dimarts, 29 de setembre del 2009

Escritos Corsarios

La situación italiana actual a la luz de un libro de Pier Paolo Passolini, recientemente traducido al español
Escritos Corsarios
Juan Vivanco
Argenpress
Presentación de Juan Vivanco
El ventenio de Berlusconi ha causado estupor desde sus comienzos. ¿Cómo fue posible que un magnate de los medios de comunicación, en poco más de un mes, formara un partido político y ganara unas elecciones? ¿Cómo es posible que la sociedad italiana tolere, y premie electoralmente, la combinación perfecta entre los intereses empresariales del Cavaliere y su función pública? Para encontrar una respuesta no inmediata y trivial, sino meditada y honda, podemos acudir a los Escritos corsarios de Pasolini. Este libro, recopilación de artículos publicados en los años 1970, poco antes de su asesinato, sostiene fundamentalmente la tesis de que Italia estaba experimentando una verdadera mutación antropológica, inadvertida por sus propios actores. Ojalá la agudeza de Pasolini pueda inspirarnos para vislumbrar la evolución del laboratorio italiano (¿europeo?), tan grotesco como inquietante. Publicamos un extracto de la nueva traducción española del libro.Escritos CorsariosPier Paolo PasoliniTraducción de Juan Vivanco GefaellEdiciones del Oriente y el Mediterráneo(colección encuentros – serie comunicación)5 Año edición: 2009ISBN: 978-84-96327-72-611 de julio de 1974. Ampliación del «boceto» sobre la revolución antropológica en Italia* Pier Paolo Pasolini Los intelectuales siempre tendemos a identificar la «cultura» con nuestra cultura, y por lo tanto la moral con nuestra moral y la ideología con nuestra ideología. Esto significa: 1) que no usamos la palabra «cultura» en el sentido científico; 2) que así expresamos cierto racismo irreducible hacia quienes tienen, precisamente, otra cultura. La verdad es que gracias a mi vida y mis estudios, he podido librarme bastante de caer en estos errores. Pero cuando Moravia me habla de gente (es decir, prácticamente todo el pueblo italiano) que vive en un nivel premoral y preideológico, me demuestra que ha caído de lleno en estos errores. Lo premoral y lo preideológico sólo existen si se supone la existencia de una sola moral y una sola ideología histórica justa; que sería la nuestra, la burguesa, la suya, de Moravia, o la mía, de Pasolini. Pero en realidad lo premoral y lo preideológico no existen. Simplemente existe otra cultura (la cultura popular) o una cultura anterior. Sobre estas culturas se implanta una nueva opción moral e ideológica: por ejemplo, la opción marxista, o bien la opción fascista.Esta opción es fundamental. Pero no lo es todo. En efecto, tal como observa el propio Moravia, no debe juzgarse en sí misma, sino por sus resultados teóricos o prácticos (el cambio del mundo). ¿Cómo es posible que ciertas opciones justas ―por ejemplo, un marxismo maravillosamente ortodoxo― den unos resultados tan horriblemente equivocados? Exhorto a Moravia a pensar en Stalin. Por mi parte, no tengo la menor duda: los «crímenes» de Stalin son el resultado de la relación entre la opción política (el bolchevismo) y la cultura anterior de Stalin (es decir, lo que Moravia llama, con desprecio, premoral o preideológico). Por otro lado, no hace falta recurrir a Stalin, a su opción justa y a su fondo cultural campesino, clerical y bárbaro. Hay infinidad de ejemplos. Yo también, según Maurizio Ferrara (que me hace en L’Unità la misma crítica que Moravia, es decir, me recuerda severamente el valor esencial y definitivo de la opción), he escogido una opción justa, pero la he aplicado mal, según parece a causa de mi irracionalidad cultural, es decir, de la cultura anterior en la que me he formado.Ahora vamos a multiplicar por millones estos casos individuales. Millones de italianos han hecho su elección (bastante esquemática): por ejemplo, millones de italianos han optado por el marxismo, o al menos por el progresismo, mientras que otros millones de italianos han escogido el clericalfascismo. Estas opciones, como ocurre siempre, están incluidas en una cultura. Que es, precisamente, la cultura de los italianos. Pero mientras tanto la cultura de los italianos ha cambiado por completo. No, no lo ha hecho en las ideas expresadas, en la enseñanza, en los valores defendidos conscientemente. Por ejemplo, un fascista «modernísimo», es decir, motivado por la expansión económica italiana y extranjera, sigue leyendo a Evola. La cultura italiana ha cambiado en la vivencia, en lo existencial, en lo concreto. El cambio consiste en que la vieja cultura de clase (con sus divisiones netas: cultura de la clase dominada, o popular, y cultura de la clase dominante, o burguesa, cultura de las minorías selectas) ha dado paso a una nueva cultura interclasista que se expresa a través del modo de ser de los italianos, a través de su nueva calidad de vida. Las opciones políticas que se nutrían del viejo mantillo cultural eran una cosa, las que se nutren de este nuevo mantillo cultural son otra. Un obrero o un campesino marxista de los años cuarenta o cincuenta, en el supuesto de una victoria revolucionaria, habría cambiado el mundo de una forma; hoy, en el mismo supuesto, lo cambiaría de otra forma. No quiero hacer profecías, pero no oculto que soy desesperadamente pesimista. El que ha manipulado y transformado radicalmente (antropológicamente) a las grandes masas campesinas y obreras italianas es un nuevo poder que me cuesta definir, aunque estoy convencido de que es el más violento y totalitario de la historia, pues cambia la naturaleza de la gente, entra en lo más hondo de las conciencias. Por lo tanto, bajo las opciones conscientes, hay una opción cautiva, «ya común a todos los italianos», que no puede dejar de deformar las otras.(…)Fue la propaganda televisiva del nuevo tipo de vida «hedonista» lo que determinó el triunfo del «no» en el referendo. Porque no hay nada menos idealista y religioso que el mundo televisivo. Es verdad que durante todos estos años la censura televisiva ha sido una censura vaticana. Pero el Vaticano no ha comprendido qué debía censurar. Por ejemplo, debía censurar Carosello, porque es en Carosello donde se exhibe, omnipotente, nítido, tajante, perentorio, el nuevo tipo de vida que los italianos han de imitar. Y no es precisamente un tipo de vida en el que pinte algo la religión. Por otro lado, los programas de carácter específicamente religioso de la televisión son tan aburridos, tan sumamente inexpresivos, que lo mejor que habría podido hacer el Vaticano era censurarlos todos. El bombardeo ideológico televisivo no es explícito: está en las cosas, es indirecto. Pero nunca se ha podido propagar con tanta eficacia un «modelo de vida» como con la televisión. El tipo de hombre o mujer que cuenta, que es moderno, que debe imitarse y lograrse, no se describe o ensalza, ¡se representa! El lenguaje de la televisión es, por naturaleza, un lenguaje físico-mímico, el lenguaje del comportamiento. Que es trasladado sin más, sin mediaciones, al lenguaje físico-mímico y al lenguaje del comportamiento en la realidad. Los héroes de la propaganda televisiva ―jóvenes en moto, chicas al lado de dentífricos― proliferan en millones de héroes semejantes en la realidad.Justamente por ser totalmente pragmática, la propaganda televisiva representa el aspecto acomodaticio de la nueva ideología hedonista, y por lo tanto es enormemente eficaz.Si en todos estos años la televisión ha estado al servicio de la Democracia Cristiana y el Vaticano en el plano de la voluntad y la conciencia, en el plano involuntario e inconsciente, por el contrario, se ha puesto al servicio del nuevo poder, que ya no coincide ideológicamente con la Democracia Cristiana y no sabe qué hacer con el Vaticano.(…)Lo que más impresiona cuando se pasea por una ciudad de la Unión Soviética es la uniformidad de la muchedumbre: nunca se advierte ninguna diferencia sustancial entre los transeúntes en el vestir, en los andares, en la seriedad, en las sonrisas, en la gesticulación; en suma, en el comportamiento. El «sistema de los signos» del lenguaje físico-mímico, en una ciudad rusa, no tiene variantes, es totalmente idéntico en todos. ¿Cuál es la proposición primera de este lenguaje físico-mímico? Es esta: «Aquí no hay diferencias de clase». Y es algo maravilloso. A pesar de todos los errores y las involuciones, a pesar de los crímenes políticos y los genocidios de Stalin (de los que es cómplice todo el mundo campesino ruso), el hecho de que el pueblo ganara en el 17, definitivamente, la lucha de clases, y lograra la igualdad de los ciudadanos, es algo que produce un profundo y apasionante sentimiento de alegría y confianza en los hombres. El pueblo conquistó la libertad suprema, nadie se la regaló. La conquistó.Hoy en las ciudades de Occidente ―pero quiero hablar sobre todo de Italia―, al pasear por la calle, también impresiona la uniformidad de la muchedumbre: aquí tampoco se advierte ninguna diferencia sustancial entre los transeúntes (sobre todo si son jóvenes) en el vestir, en los andares, en la seriedad, en las sonrisas, en la gesticulación; en suma, en el comportamiento. Por consiguiente se puede decir que, como en el caso de la muchedumbre rusa, el sistema de signos del lenguaje físico-mímico no tiene variantes, es completamente idéntico en todos. Pero mientras que en Rusia es un fenómeno tan positivo que emociona, en Occidente, en cambio, es un fenómeno negativo y provoca un estado de ánimo que roza el disgusto definitivo y la desesperación.La proposición primera de este lenguaje físico-mímico es esta: «El Poder ha decidido que seamos todos iguales».El afán de consumo es un afán de obediencia a una orden no pronunciada. En Italia todos sienten ese afán, degradante, de ser iguales a los demás cuando se trata de consumir, de ser felices, de ser libres, porque tal es la orden que inconscientemente han recibido y «deben» obedecer para no sentirse distintos. Nunca la diversidad ha sido una culpa tan espantosa como en este periodo de tolerancia. La igualdad no se ha conquistado, es una falsa igualdad regalada.(…)Una de las principales características de esta igualdad que se expresa en la vida, además de la fosilización del lenguaje verbal (los estudiantes hablan como libros impresos, los chicos del pueblo han perdido la inventiva jergal) es la tristeza. La alegría siempre es exagerada, ostensible, agresiva, ofensiva. La tristeza física de la que hablo es profundamente neurótica. Obedece a una frustración social. Ahora que el modelo social ya no es el de la propia clase, sino otro impuesto por el poder, son muchos los que se ven incapaces de alcanzarlo. Eso les humilla tremendamente. Pondré un ejemplo, muy humilde. Antes el mozo de la tahona, o cascherino, como se llama aquí en Roma, estaba siempre, eternamente, alegre. Era una alegría verdadera, que le chispeaba en los ojos. Iba por la calle silbando y soltando ocurrencias. Su vitalidad era irresistible. Vestía de un modo mucho más pobre que ahora: llevaba los pantalones remendados y la camisa a menudo andrajosa. Pero todo eso formaba parte de un modelo que en su barrio tenía un valor, un sentido. Y él estaba orgulloso. En el mundo de la riqueza tenía, para oponerle, otro mundo igual de válido. Llegaba a la casa del rico con una risa naturaliter anarquista, que lo desacreditaba todo, aunque tuviese una actitud respetuosa. Pero su respeto era el de una persona profundamente ajena. Y lo que de verdad cuenta: esa persona, ese muchacho, estaba alegre.¿No es la felicidad lo que cuenta? ¿No es la felicidad por lo que se hace la revolución? La condición campesina o subproletaria sabía expresar, en las personas que la experimentaban, cierta felicidad «real». Hoy en día esta felicidad ―con el Desarrollo― se ha perdido. Lo que significa que el Desarrollo no es en absoluto revolucionario, ni siquiera cuando es reformista. Lo único que produce es angustia. Ahora hay adultos de mi edad tan aberrantes que prefieren la seriedad (casi trágica) con que el cascherino lleva hoy su paquete envuelto en plástico, con melena y bigotito, a la alegría «tonta» de antes. Creen que preferir la seriedad a la risa es un modo viril de afrontar la vida. En realidad son unos vampiros que se alegran de que sus víctimas inocentes también se hayan vuelto vampiros. La seriedad y la dignidad son horribles deberes que se impone la pequeña burguesía, y los pequeñoburgueses se alegran al ver que los muchachos del pueblo también se han vuelto «serios y dignos». No se les ocurre que esa es la verdadera degradación, que los muchachos del pueblo están tristes porque han perdido la conciencia de su inferioridad social, dado que sus valores y modelos culturales han sido destruidos (…).* En Il Mondo, entrevistado por Guido Vergani.

dilluns, 28 de setembre del 2009

PIER PAOLO PASOLINI: EDIPO Y YO

PIER PAOLO PASOLINI: EDIPO Y YO
Entrevista realizada porLouis Valentin
Pier Paolo Pasolini nació en Bolonia hace cuarenta y siete años. Para el público italiano, tal vez ha merecido más que nadie el doble sobrenombre tradicional de su ciudad natal: “Bolonia la docta”, que hizo de él un universitario culto, y “Bolonia la roja”, que ve en él a un representante de la revolución. El escándalo parece ser la dimensión necesaria de este hombre sorprendente que se define a sí mismo como escritor–cineísta. Mientras algunos lo acusan de caer en la pornografía, la Oficina Católica Internacional de Cine (OCIC) le otorgó dos premios, el primero por El Evangelio según San Mateo y el segundo por Teorema. Por un voto estuvo a punto de obtener ese premio por tercera vez por Pajarracos y Pajaritos.
Desde entonces, Edipo Rey y, más recientemente, Porcile confirmaron la ambigüedad del personaje y de la obra: marxista convencido y cristiano “moderno”, Pasolini no teme ni la contradicción ni la paradoja. Utiliza la mitología, la Biblia, Sófocles, Eurípides, sin el menor complejo para hacer un camino peligroso jalonado de oprobios y de elogios. Si es capaz de vagar por los suburbios romanos para buscar nuevos talentos, también lo es para domesticar a María Callas, elegida para interpretar el papel de esa mujer bárbara y mortal que fue Medea. Es que no es precisamente una de las características menos importantes de este realizador adorado y odiado esa atracción por los desafíos difíciles.
Este hombre de múltiples rostros, cuya obra sacudió al cine contemporáneo, confiesa ingenuamente que tiene un solo ídolo: la verdad, cualesquiera sean las trampas que acechan a quienes tienen ese culto. El reportaje que sigue es una tentativa para esclarecer en algún grado un mito actual: el suyo.
—A menudo usted ha sido acusado de pornografía, ¿eso le irrita?
—Las personas que dicen que mis films son pornográficos resultan sospechosas. De todas maneras, no tengo nada contra los films pornográficos. Corresponden a una especie de subcultura, pero por eso no corresponde prohibir a los realizadores o a los productores de hacerlos, ya que eso sería represión. Puede ser que algún día, si son demasiado numerosos o están demasiado mal hechos, nadie vaya a verlos. Es la política de lo peor, de la saturación…
—Muchas veces se dijo que usted tenía tres “ídolos”: Cristo, Marx y Freud… ¿Qué piensa de eso?
—Esas no son sino fórmulas… De hecho, mi único ídolo es la realidad. Si elegí ser cineísta al mismo tiempo que escritor es porque, más que expresar esa realidad por medio de los símbolos que son las palabras, preferí el medio expresivo que es el cine, a fin de expresar la realidad por la realidad.
Juventud
–¿Podría usted, sin embargo, expresar con las palabras, y tal como la percibe subjetivamente, esa realidad constituida por la juventud actual y que parece apasionarlo?
–La juventud, o por lo menos cierta juventud que representa la mayoría, la masa gris de nuestra sociedad, ha perdido toda sed de cultura. Es ignorante y no quiere admitirlo. Lo que resulta peligroso es que ha hecho de su propia ignorancia una ideología, una barrera detrás de la cual se esconde entonando slogans. No hay más que un porcentaje mínimo de estudiantes que han leído a Proust, Sartre o Marcuse. La cultura ha llegado a su punto de saturación. Toda literatura es una literatura “de papá”. En esta sociedad, sólo la productividad tiene fuerza de ley, y toda productividad tiende a negar la cultura. Para producir no es necesario cultivarse. Los jóvenes que quieren entrar en ese mundo industrial y paleo–industrial siguen las líneas de fuerza impuestas por la tecnología y rechazan las artes, la literatura. Es ésa una ley mecánica, automática, a la cual la juventud adhiere, inconscientemente. Toda alteración, toda contestación, aún no violenta, no representa nada si se consideran el conjunto de la juventud y el número de los contestatarios. La rebelión es el producto de una pequeña élite. El conjunto no tiene más que una finalidad: la industrialización total, mundial. La juventud, al rechazar la sociedad pero rechazando al mismo tiempo toda cultura, a menudo no hace sino aceptar esta situación.
–¿Por qué ese rechazo a la cultura?
–Porque la cultura coincide con el padre, la madre, la Iglesia, con todos los tabúes familiares y sociales. Ha sido así en todos los tiempos. La juventud siempre ha renovado la cultura aparte de la del padre. Ella atacaba entonces al padre, lo que implicaba un sentimiento de angustia, un pregusto de muerte, un fabuloso masoquismo. Matar al padre, aún bajo esa forma, representa un masoquismo absoluto, una culpabilidad constante. La civilización era todavía agrícola, y el hombre no era este aprendiz de hechicero que iba a forjar su soledad al mecanizarse. Hoy, sólo una élite se atreve a atacar todavía la cultura de papá. Su sentimiento de muerte se ha decuplicado [sic] en este mundo bárbaro, hecho de ciudades–cárceles, auto–rutas implacables, de mal cine, de malos programas de televisión, de falsas o triviales informaciones. La técnica niega al arte. Debe ser servida; si no, se producen la angustia, la muerte. Se impone y aniquila todo sentimiento que no quiera servirla. Mata la humanidad, es decir, lo humano en el hombre.
Detenerse, rechazar, buscar, plantearse cuestiones, en una palabra, cultivarse, representa sentir tal tensión, una marcha tal contra la corriente, que sólo una élite (y mañana una super–élite) podrá todavía permitirse, aceptando la muerte, la presión social, abocarse al problema. Por eso la juventud se calla. Marcha con los ojos fijos sobre la estela que deja la máquina. Progresa al son de una marcha compuesta de mala música, visualizada por una televisión retrógrada, alentada por un cine que no tiene nombre y por una sexualidad anárquica. Eso no es ni música, ni arte, ni amor, sino un menjunje estéril que fuerza a la juventud a refugiarse en la productividad. He allí por qué la juventud se calla…, y sin embargo es ella quien escribe la historia.
–¿El amor podría mejorar esta penosa situación?
–La sociedad no quiere más amor. Lo rechaza, porque el amor se opone al trabajo y absorbe tiempo al tiempo para la producción. Había que ensuciar al amor, al amor propio, al auto–respeto. Pero, como contrapartida, el amor puede ser utilizado para expandir la productividad. ¿Se venden coches? ¡No! Se vende la representación de las parejas que se abrazan sobre los asientos. Eso es lo que muestran los afiches, lo que propone la publicidad. Una mujer desnuda sobre el capot de un coche, y el coche se comprará. ¿Color? Rojo. Nadie se acuerda más de la marca. En EE.UU., país técnicamente más avanzado, la juventud protesta contra la técnica por medio de la antitécnica. Y se produce el fenómeno hippie, los cabellos largos; la comunidad se puede convertir en concentracionaria, la cólera en flores, en no–violencia, en no–acción.
Pareja
–Entonces, ¿no es necesario revivir el amor? ¿No se podría tratar de sublimar la pareja?
–¿Para qué? Jamás he visto a la pareja tan triunfante, tan sublimada como hoy: “Ella” y “El”, por todas partes, la imagen de Epinal erigida en principio. Incluso cuando los movimientos estudiantiles, en París, Roma o Milán, jamás he visto en la calle tantos contestatarios besarse, a los hombres mostrar su amor por otros hombres y a las mujeres por otras mujeres. La juventud es profundamente moralista. Reproduce el moralismo del padre, de la sociedad. El eros liberado, hetero u homosexual, anárquico, libre, existe posiblemente en la alta burguesía, pero todavía no es sino una desviación hipócrita.
–Puesto que para usted la pareja no existe, ¿es preferible vivir solo o en grupo?
–Es una falsa alternativa. Esa es bien claramente una noción hipotética, arcaica, calcada sobre modelos antiguos. La soledad representa el ascetismo, la santidad. Y no es más que una manera de huir de la sociedad. Es una reacción feudal, egocéntrica, un miedo de afrontar el problema. Vivir en grupo es el suicidio, es a menudo la droga, especie de foso fáctico que uno instala entre sí mismo y el otro. Es otra soledad para reencontrar la soledad en la tumba, porque, en tanto que uno no está muerto, jamás está solo. Amar la droga es también rechazar la cultura. Una persona culta también podrá drogarse, pero lo hará por razones más plausibles, sea porque está enferma, sea porque tiene necesidad de ella para dar nueva agudeza a su espíritu. Los jóvenes lo hacen por automatismo, por autodestrucción y para inventar excusas a su subcultura.
Cocteau se drogaba, pero era por razones culturales. No creo que la capilla de Saint–Jean–Cap–Ferrat hubiera sido construida jamás si el no se hubiera drogado… Los jóvenes que se drogan nunca aman lo que tiene calidad. En el delirio del haschich o de la marihuana, enarbolan la mala pintura o el cine underground de segundo orden… El único consejo que puedo dar a la juventud es el de que se cultive; después, que se drogue, si todavía puede. No es vistiéndose como una rata de cueva de Saint Gérmain que uno se convierte en Sartre, ni drogándose se convierte en Aldous Huxley…
–Pero usted, ¿cómo era a esa edad? ¿Cuál fue su juventud?
–Explicarse, rehacer el mundo hablando de sí mismo, encontrar excusas mirando muy lejos por detrás del hombro, decir “yo he nacido”, “yo vivía”, conjugarse en pasado imperfecto… no puedo hacer eso. No tengo ni la fuerza física ni la fuerza moral necesarias. Sería necesario poder revivir cada segundo, volver a sentir las sensaciones de entonces. Las autobiografías son siempre falsas. Son o complacencia o suicidio. Las biografías contienen por lo menos una verdad: la apariencia que se ha querido dar a los demás.
–Sin embargo, usted dijo de su film Edipo Rey que era el más autobiográfico…
–Es exacto. La diferencia profunda entre Edipo y mis otras películas reside en que ésa es autobiográfica, mientras que las otras no lo eran o lo eran menos. Por lo menos, lo eran casi inconscientemente, indirectamente. En Edipo, yo contaba la historia de mi propio complejo de Edipo. El chico del prólogo soy yo, su padre es mi padre, veterano oficial de artillería, y la madre, una institutriz, es mi propia madre. Yo contaba mi vida; mitificada, sin duda, convertida en épica por la leyenda de Edipo. Pero, pese a ser el más autobiográfico de mis films, es el que considero con mayor objetividad y distanciamiento; porque si es cierto que contaba una experiencia personal, era una experiencia terminada y que prácticamente no me interesaba más. Pero me interesaba, por lo menos, como elemento de conocimiento, de reflexión. Ya no era una lucha ni un drama. Mientras en mis films precedentes afrontaba problemas siempre vivos para mí, allí trataba un tema alejado de mí.
–¿Qué elementos autobiográficos, qué recuerdos utilizó para ese film?
–En las primera imágenes se ve un prado, y ese prado corresponde netamente al lugar donde mi madre me mandaba de paseo cuando era niño. Ciertas vestimentas, como el vestido y el sombrero amarillo de la madre, las hice reproducir de viejas fotografías. Hay también un traje de oficial que es idéntico al de un oficial de la década del 30… Lo que me impresiona, también, era reencontrar la gran plaza de Bolonia, en la actualidad, colmada de gente, y sentirme allí como en un sueño…
Edipo
–¿Por qué en Edipo Rey usted mismo interpretó el papel del abuelo? Su réplica es la más larga de todo el film…
–Por dos razones. Ante todo, porque en el momento no encontré a nadie que fuera conveniente para el papel. Y después, porque esa frase es la primera del texto de Sófocles, y me gustaba ser yo mismo, como autor, quien introdujera a Sófocles en el interior de la película.
–Algunos críticos han hablado, a propósito de ese film, de “colores oníricos”. ¿Podría decirnos si usted sueña en colores o en blanco y negro?
–Sueño de las dos maneras. De todos modos, debo decir que no creo haber soñado jamás los colores que se ven en ese prólogo. Los sueños que he tenido… Por ejemplo, recuerdo un sueño de hace diez años, en que la explosión de un volcán ponía en fuga a una muchedumbre espantada… Mis sueños me han inspirado sobre todo los colores de los episodios de la peste y de los funerales. La idea de amortajar a los muertos con oropeles coloridos fui yo quien la tuvo, y es una idea que tiene los colores de mis sueños…
–¿Cuál es su definición del amor?
–Por falta de amor, las gentes mueren, se asfixian. Es la melancolía, la muerte. La sociedad lo siente, y es por eso que se tiende de tal modo a glorificar el amor. Es una de las claves de la productividad. Sin amor, el hombre no puede producir. Luego, todas las sociedades son sexualmente represivas, porque la energía que el hombre consume para hacer el amor escapa al provecho del capital. Toda sociedad es ante todo puritana, y es preciso no creer que vivimos un período de plena libertad sexual. Es ilusorio. El día que la sociedad haya realizado la industrialización completa, se verá nacer a un tipo de moralista absoluto, como a los de las sociedades más retrógradas. Si se han inventado las horas suplementarias, no es para impedir el amor, sino para canalizarlo a través de reglas sociales. El amor se transforma, entonces, en la recompensa por el trabajo proporcionado en beneficio de la industrialización.
–¿El amor se transformaría en el símbolo del fruto prohibido?
–La sociedad prohíbe conocer la potencia de nuestro amor y aplicarla de verdad. Enseña a los individuos a tener una falsa idea de sus propios deseos, de su propia libido. La sociedad quiere reafirmar en el hombre la falsa idea que tiene de su propio amor, como la que tiene en sí mismo.
–¿No piensa usted que el hombre busca por desesperación conocer sus límites sexuales?
–Si se quiere ir más allá de los límites sexuales, uno se pierde en el infinito. El más allá del amor es la locura. Felizmente, la economía sexual existe. Allí hay un mecanismo de bloqueo, de corrección. Eros se bloquea a sí mismo.
–¿Existe el amor sin relaciones sado–masoquistas?
–Es inconcebible. Pero, ¿quién comenzó? ¿Sade o Masoch? Es la historia del huevo y de la gallina. El equilibrio de esas dos fuerzas es la resultante del equilibrio humano.
–Al hacer sus películas, y especialmente Teorema, ¿tuvo usted la impresión de hacer una obra útil?
–En todo caso, no es mi finalidad. No quiero ser ni paternalista, ni pedagogo, ni propagandista, ni apostólico… Cuando una obra cultural se hace ciencia, ya no es más cultura. El psicoanálisis no es cultura, sino ciencia aplicada. Hacer estudios atómicos y construir la bomba H no es la misma cosa. Sólo la esencia de una obra es útil: he allí por qué toda obra auténtica antes que útil es terapéutica.
Sexualidad
–Usted decía, hace un rato, que la pareja no existe. Pero, fisiológicamente, ¿cómo es posible negar su existencia?
–No se puede, fisiológicamente, negar la cupla, el acoplamiento. Es como núcleo familiar que la pareja no existe más. El neo–capitalismo ya no necesita de la familia, como no necesita de la Iglesia. Si los conserva todavía, no es más que como supervivencias. La educación de los niños ya no depende de la familia, sino del grupo. Sí, vivimos el fin del mundo. El fundamento de la sociedad se ha desplazado. Ahora es la relación entre producir y consumir. ¿Por qué los jóvenes producen fugas? Conozco bien ese problema. Encontré cantidad de jóvenes escapados de sus casas. Los interrogué. La motivación es la misma que hace veinte años: miseria, desacuerdo entre los padres. En suma, razones clásicas, retardatarias, anárquicas, arcaicas, retrógradas. Pero ellos esconden, por falta de conocimiento, la verdadera razón detrás de las razones colocadas delante: libertad, búsqueda de lo absoluto, contestación. Conocí a un muchacho de veinte años que se había escapado de su casa. Escuché lo que habló. Le dije: “Te fugaste porque estabas enamorado de tu suegra y querías hacer el amor con ella”. Se derrumbó. Rehusó confesarlo. Decía que lo había hecho para venir a Roma a participar de la protesta estudiantil. Escondía su revolución freudiana detrás de una revolución social. Sin embargo, aparte de este aspecto, se había fugado por una razón más moderna, para insertarse en la vida del grupo y sufrir su educación. Había elegido otra familia. La familia había sido reemplazada por el grupo. El muchacho, para imponerse al grupo, protesta con y contra los otros. Hecho eso, aporta consigo todos los viejos hábitos: moralismo, utilitarismo. Ahora bien, para un verdadero revolucionario, nada es útil ni inútil. Sólo cuenta la acción. La utilidad es todavía una noción burguesa, y los cánones mismos de la utilidad son el moralismo, la hipocresía, la represión, la violencia. Todo acto sirve en sí mismo, en tanto que acto. Es autosuficiente. Es preciso actuar por instinto y cultura. La cultura se suma al instinto; es la cultura lo que nos diferencia del animal.
–¿Cuál es su posición respecto de la homosexualidad?
–Ya lo dije: la pareja considerada como núcleo familiar es una herejía, una alienación. Desde el momento en que la pareja es codificada, no puede menos que destruirse. Y bien, la sociedad rechaza lo que no está codificado y que podría poner en cuestión sus estatutos. La homosexualidad amenaza a la sociedad. Es inconcebible en todo organismo o comunidad aun muy libre. Traten solamente de imaginar la homosexualidad en la Fiat. ¿Por qué, desde el momento en que se acepta la noción de no–pareja, de no–familia, se rechazaría el amar al otro, de cualquier raza o sexo que se presente? La mujer siempre fue considerada como un ser inferior en la sociedad. Ella detenta su función social en el nacimiento: hace niños. Si los nazis no hubieran tenido necesidad de la mujer para cumplir esa función, si la sociedad hubiera estado completamente industrializada, es probable que hubieran encerrado en sus campos de concentración a los polacos, a los judíos, a los gitanos y a las mujeres. Habrían encerrado también a los homosexuales, puesto que son una amenaza en una sociedad moralista. Si no lo han hecho, es por una razón práctica: para construir niños; construirlos, no ponerlos en el mundo. La mujer existía en tanto que máquina. ¿Pero el homosexual socialmente improductivo? Su suerte es peor todavía que la de la mujer. Es un marginado y como tal sus reacciones pueden ser o aceptar el rechazo social y sufrir, o marchar contra la corriente y sufrir lo mismo. La normalidad y la anormalidad son también nociones burguesas. La única anormalidad que la sociedad capitalista tolera todavía es la mujer. La mujer busca y consigue raramente extraerse de su condición de excluida. Son raras las mujeres libres y que viven como el hombre. ¿Cuántas magistradas? ¿Cuántas directoras de teatro o de cine? La sociedad hace todo lo posible por impedir a la mujer liberarse, y si de pronto acepta dejarles el lugar de los hombres, ¿de qué hombres se trata y cómo están considerados? Basta con mirar los programas de televisión. ¿Pueden liberar a la mujer? La única libertad que se les concede es una libertad sexual que, de hecho, es lo contrario de una libertad y más bien se trata de una represión sádica. La serie de películas eróticas lo ilustra suficientemente. No sirven más que para entretener los instintos freudianos más bajos y, al mismo tiempo, para hacer prosperar la productividad con el envilecimiento, las horas suplementarias, el ahorro, etc. La mujer será la resultante de ese trabajo aplicado. Será el receptáculo de las necesidades creadas por la sociedad. Es por eso que yo trato y trataré siempre de idealizar a la mujer, a fin de convertirla en ella misma, sin ningún condicionamiento. Para mí, una mujer se debe a sí misma el ser liberada y pura, idealizada como lo es mi propia madre.
–¿Por qué eligió usted a la Callas para Medea?
–María Callas es una trágica extraordinaria. Es la única que podía expresar, aun sin actuar y sin decir un palabra, la catástrofe espiritual. Sabe mostrarse como una gran enamorada, una mujer violenta y atormentada, lo contrario de la mujer vencida. Es suficiente ver las mujeres en mis films, lo que ellas son más allá de las apariencias, para saber lo que soy yo, Pier Paolo Pasolini. No soy creyente, pero estoy muy cerca del mito del Evangelio. Si se entiende por eso un mito religioso en el sentido más amplio del término, el de la posibilidad de un diálogo entre marxistas y cristianos, yo estoy más cerca del mito edípico, es decir, del amor del hijo por la madre y del odio por el padre. Estoy más cerca, en la medida en que lo he sobrepasado, mientras que no he superado mi “pertenencia” a toda la mitología cristiana.
–¿Ama usted la vida?
–Amo la vida ferozmente; desesperadamente también. Y creo que esta ferocidad y esta desesperación no me llevarán sino a mi destrucción. Amo el sol, la vegetación, la juventud. Ha llegado a ser para mí un vicio más espantoso que la cocaína. Devoro mi existencia con un apetito sin límites. ¿Como terminará esto? No lo sé…
–¿Por qué sus películas son tan escandalosas?
–Porque yo soy escandaloso, como lo expliqué antes. Soy escandaloso en la medida en que tiendo una cuerda, un cordón umbilical, entre lo profano y lo sagrado.

dimarts, 8 de setembre del 2009

Femmes, travail, métiers de l'enseignement : rapports de genre et rapports de classe


Appel à contribution

Appel à contribution pour le colloque organisé en partenariat par

l'IUFM d'Aquitaine, le réseau Européen TRANSFORM ! et sa revue,

Espaces Marx Aquitaine-Bordeaux-Gironde

et le réseau National Espaces Marx:

Femmes, travail, métiers de l'enseignement :

rapports de genre et rapports de classe

Ce colloque se situe dans la continuité du travail de longue portée entrepris par Espaces Marx depuis deux ans autour de la question du Travail, des classes sociales, de leurs nouvelles réalités, ainsi que des confrontations idéologiques et politiques qui en découlent. Cependant, la salarisation massive des femmes dans le cadre de la mondialisation et des problématiques nouvelles qui lui sont associées – dans et hors travail –, indique le besoin d'une réflexion commune sur ces enjeux décisifs en ce qui concerne l’émancipation humaine.

Cette thématique touchant directement l'IUFM et ses missions de formation des enseignants, l'IUFM d'Aquitaine, désormais rattachée à l'Université de Bordeaux 4, a accepté de travailler en partenariat avec Espaces Marx pour organiser un colloque, intitulé "Femmes, travail, métiers de l'enseignement : rapports de genre et rapports de classe". Le présent appel à contribution s'adresse bien évidemment à tous, mais aussi aux universitaires et collègues de l'IUFM, s'intéressant à la formation et aux pratiques des enseignants du premier et du second degré sous l'angle de la question du genre.

Ce colloque se déroulera ainsi autour de deux thématiques :

I Femmes et travail

-État des lieux : réalités du travail féminin et répercussions de la crise actuelle, en France et en Europe dans le cadre de la mondialisation capitaliste.

-Défis et enjeux d’une émancipation du travail et par le travail du point de vue du genre.

-Articulation entre les rapports de classe et ceux de genre.

II La question du genre dans la formation des enseignants du premier et du second degré

- Le genre, enjeu de la diversité culturelle

- TICE et attitudes socio-culturelles

- Écriture(s) et genre

- Représentations et langage (clichés, poncifs, transmission d'une parole autoritaire)

- Apprentissage des rôles sociaux et construction du genre à l'école.

- L'approche du genre dans la formation des maitres et dans les métiers de l'enseignement

- Effets de la féminisation du monde enseignant

- Analyse d'albums et de manuels sous l'aspect du genre

- Quels documents et quels contenus sont utilisés pour aborder la question du genre ?

- Les pratiques concrètes : comment aborder la question du genre dans sa discipline ?

Intervenant-es pressenties : Clément Arambourou (étudiant en sciences politique),Christian Baudelot (Professeur de Sociologie), Alain Bihr (Professeur de Sociologie à l’Université de Franche-Conté), Paul Bouffartigue (Sociologue), Louis Chauvel (Professeur de Sociologie),Christine Delphy (Chercheure au CNRS), Margaret Maruani (directrice de la revue Travail, Genre et Société) ; Lilian Hall French (IFE, Initiative Feministe Européenne) ; Danielle Kergoat. Héléna Hirata (Sociologue) ; Jean Lojkine (Directeur de Recherche au CNRS), Martine Lurol (Centre d’études de l’emploi), Christiane Marty (membre du CA d’ATTAC, Co-animatrice de la commission Genre et Mondialisation), Pascale Molinier (animatrice de la revue Travailler) ; Roland Pfefferkorn(auteur de Inégalités et rapports sociaux, rapports de classes rapports de sexe), Ghyslaine Richard,(syndicaliste, membre du CCN de la CGT), Jean-Louis Sagot-Duvauroux (philosophe, auteur d’un ouvrage récent sur l’émancipation).

Dates du colloque : jeudi 12 novembre et vendredi 13 novembre 2009 (le déroulement des journées est en construction, en fonction des participants)

Lieu : Cap Sciences (Bordeaux)

Date limite d'envoi des résumés (15 lignes), enregistrés au format .rtf : 15 septembre 2009

Date de notification d'acceptation aux auteurs : 30 septembre 2009

Temps d'intervention : de 20 à 25 minutes selon le nombre de participants

Résumés à adresser à :

- Marie Estripeaut-Bourjac, MCF/HDR, IUFM d'Aquitaine/Université de Bordeaux 4, LAPRIL EA 4198

- Patrick Coulon, Membre du bureau national d'Espaces Marx

- Dominique Belougne, Secrétaire d'Espaces Marx Bordeaux Aquitaine

Les actes du colloque seront publiés sur le site de l'IUFM d'Aquitaine et sur celui d'Espaces Marx, ainsi que dans la Lettre Trimestrielle d’Espaces Marx Aquitaine-Bordeaux-Gironde. Une publication de l’ensemble des travaux des différents séminaires est envisagée dans la Collection Espaces Marx aux éditions Syllepse.

dimarts, 1 de setembre del 2009

Viceministro boliviano realizará conferencia en Cerdanyola para difundir avances de su gobierno


Ramiro Lizondo, Viceministro de Producción del Gobierno boliviano, participará en la charla – debate “Las perspectivas de la Revolución Democrática y Cultural de Bolivia” que se celebrará en el Ateneo de Cerdanyola (Cataluña, España) el próximo lunes 14 de septiembre a partir de las 19 h.

Lizondo, economista y doctorando en la UAB, marchó en septiembre de 2008 para incorporarse a esta responsabilidad enmarcada en el proyecto progresista y socializador de transformaciones políticas, económicas y culturales que lidera el Presidente Evo Morales.

En este último año, el Ministro ha llevado a cabo una muy intensa tarea de implementación de medidas de ordenamiento del espacio productivo principalmente en el ámbito de la pequeña y mediana empresa, base fundamental de la economía de este país sudamericano.

Superado el intento de 2008 de la oligarquía sediciosa y la embajada de Estados Unidos de romper el proceso democrático de cambios estructurales, a principios de 2009 fue aprobada la nueva Constitución Boliviana y ratificado en referendo revocatorio por el 67 por ciento de los votantes, el compañero Presidente Evo Morales Ayma.

Bolivia inicia así, no sin nuevos peligros de involución interna y externa, una etapa de relativa calma en la que poder desarrollar e implantar todas las directrices constitucionales igualitarias y progresistas que emanan de su Carta Magna.

De todo lo que acontece en Bolivia, de su experiencia como rector público del Gobierno de Bolivia y del marco global de procesos de liberación social y nacional que avanzan no sin dificultades en América del Sur, Centroamérica y Caribe, nos hablará y se podrá preguntar al Viceministro.

La Brigada Vallesana Simón Bolívar, entidad de ámbito comarcal que promueve el Socialismo del Siglo XXI a partir de los lazos y trabajo conjunto con los gobiernos, movimientos sociales y personas de América Latina, quiere hacer especial énfasis en tres aspectos aprovechando la estancia del compañero Ramiro Lizondo.

El primero , en estos días en que conmemoramos nuestra Diada nacional, es poder ver la solución justa a la que ha llegado y dado sentido a un estado plurinacional como el surgido de la nueva Constitución.

El segundo es conocer de cerca, como los movimientos sociales toman el poder político a partir del cual aplican sus planteamientos de transformación.

El tercero e inmersos como estamos en una grave crisis económica del sistema neoliberal, es escuchar cómo en América Latina se construye una vía alternativa de sociedad postcapitalista, un socialismo creativo basado en la democracia realmente participativa y en los procesos productivos de carácter socializador.

Brigada Vallesana Simón Bolívar