Publicat a El Periódico, 4/10/2009
- • Una nueva traducción catalana autorizada viene a sustituir la que realizó Villalonga hace 47 años
- • Un prólogo del hijo adoptivo del príncipe siciliano explica la curiosa peripecia editorial de la novela
- Lampedusa (dcha.), Gioacchino Lanza (izq.) y su primo Lucio Piccolo. Foto: ARCHIVO
BARCELONA
«Deseo que se haga cuanto sea posible para que se publique el Gatopardo (el manuscrito válido es el que figura en un solo cuaderno grande escrito a mano); por supuesto, ello no significa que deba publicarse a expensas de mis herederos; lo consideraría como una gran humillación». Son palabras del aristócrata siciliano Giuseppe Tomasi di Lampedusa, referidas a su única y póstuma novela, escritas en una carta testamentaria en mayo de 1957, dos meses antes de su muerte a causa de un tumor. Esta y otras misivas, junto a notas de su agenda y documentos, forman parte del nuevo y revelador prefacio de su hijo adoptivo y primo lejano, Gioacchino Lanza Tomasi, para la edición definitiva de El Gatopardo,que acaba de publicar Proa, con nueva traducción en catalán de Pau Vidal, y Edhasa, en versión revisada y actualizada en castellano por Ricardo Pochtar.
La gran novedad en ambos casos es este prólogo, que, recopilando todo lo descubierto desde 1969 hasta el 2000, detalla la curiosa peripecia editorial de la novela, el proceso de trabajo y las inquietudes del príncipe Lampedusa. Esta edición canónica, la única que desde el 2006 reedita y cuya traducción autoriza la editorial italiana Feltrinelli, contiene modificaciones realizadas por los filólogos hasta el 2002, además de dos apéndices con fragmentos vinculados a la novela hallados en la biblioteca del autor y en manos de su viuda, la princesa Alessandra Wolff-Stormersee.
LA COPIA AUTÓGRAFA / La historia es algo enrevesada. ¿Por qué es esta la edición definitiva en lugar de la primera, de 1958, editada por Giorgio Bassani en Feltrinelli y para la que este utilizó un mecanoscrito que el autor presentó en 1956 a Mondadori y a Einaudi, que rechazaron publicarlo? Pues porque se basa en esa copia autógrafa que Lampedusa considera «válida» en sus últimas voluntades y que escribió en 1957. Lanza Tomasi explica que la edición de Bassani «solo se puso en tela de juicio en 1968», cuando el catedrático Carlos Muscetta «detectó centenares de discrepancias –algunas notables– entre el manuscrito y el texto impreso», aunque, añade, «no modificaban sustancialmente la obra». Eso originó una nueva edición, la canónica, en 1969, actualizada en el 2002 y que es la que ahora llega a España.
RESPETO DE BASSANI / En catalán solo existía hasta hoy la traducción que hace 47 años hizo Llorenç Villalonga de la edición de Bassani, autor de El jardín de los Finzi-Contini. En castellano, en cambio, han coexistido ambas pues Ricardo Pochtar ya publicó en 1986 en Edhasa una versión autorizada que se ha ido reeditando. El tiempo transcurrido hacía «necesaria una revisión del texto para ser más fiel al original», explica Pochtar. El también traductor de Umberto Eco y Sciascia defiende a Bassani: «no hizo ninguna barbaridad y tuvo el máximo respeto por la obra», algo que el prólogo del hijo adoptivo confirma. Bassani llegó a tiempo de retocar las galeradas del mecanoscrito tras tener acceso al manuscrito gracias al propio Lanza Tomasi.
Lampedusa ambientó El Gatopardo en la Sicilia de 1860 que vio de-
sembarcar a Garibaldi, líder de una revolución que llevó a la sustitución de la monarquía y la aristocracia por la nueva burguesía. En una carta de mayo de 1957, le hablaba a su amigo el barón Enrico Merlo sobre su obra, que se convertiría en un clásico indiscutible de la literatura, inmortalizado magistralmente en el cine por Visconti en 1963: «Me parece que tiene cierto interés porque muestra a un noble siciliano en un momento de crisis (...), cuál es su reacción y cómo se va acentuando la decadencia de la familia hasta su desintegración casi total...». El autor identifica a su protagonista, el príncipe de Salina, como su bisabuelo Giulio Fabrizio–«el príncipe de Lampedusa»–,
cuenta que también el padre Pirrone es auténtico y que su hijo adoptivo inspiró al sobrino Tancredi, quien pronuncia probablemente la frase más célebre de El Gatopardo: «Si queremos que todo siga igual, es necesario que todo cambie».
Y, en el reverso del sobre, este aviso: «Atención: el perro Bendicò es un personaje importantísimo y es casi la clave de la novela». Los que recuerden el final del libro lo entenderán.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada