Joan Tafalla
Giaime Pala ha afirmado recientemente en su muro de Facebook ( 6 de diciembre de 2021, 12 horas del mediodía):
“Leyendo sobre Napoleón III para una clase te das cuenta de que la frase sobre la historia y la farsa de Marx no era correcta. El último Bonaparte no fue una farsa. Todo lo contrario: su acción entrañó una peculiar modernidad que sería lentamente desarrollada y perfeccionada por las dictaduras de derecha de los años veinte y treinta. Gramsci lo vio como un cesarismo regresivo respecto del cesarismo progresivo de su tío. Tampoco estoy seguro de la bondad de este juicio. Lo cierto es que la suya fue la primera derecha que se planteó el tema del papel de las masas en la vida política en términos diferentes de la exclusión o de la mera represión”[1].
La primera parte del párrafo me parece poco meditada. Quizás sea culpa mía, que no he entendido. La inmediatez del medio obliga a frases breves e impactantes que a veces hacen perder matices que, en este caso, no son de detalle. Añado que el autor nos informa de que ha llegado a esta conclusión a lo largo de una lectura “sobre Napoleón III para una clase”, que le ha hecho “dar cuenta”… “de que la frase sobre la historia y la farsa de Marx no era correcta”. Me parece que esta última afirmación requiere ser discutida. Voy a ello.
Antes de avanzar, veamos qué dice Marx, en el párrafo de arranque de El 18 de Brumario de Luis Bonaparte:
“Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen como si dijéramos dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y otra como farsa. Caussidière por Danton, Luis Blanc por Robespierre, la Montaña de 1848 a 1851 por la Montaña de 1793 a 1795, el sobrino por el tío. Y la misma caricatura en las circunstancias que acompañan a la segunda edición del 18 de brumario”[2].
El 18 de Brumario fue escrita por Marx entre diciembre de 1851 y marzo de 1852 y publicada en Nueva York en el primer número de Die Revolution, órgano de unos emigrados alemanes, en 1852. Evidentemente, Marx se refiere al conjunto de la revolución francesa de 1848-1851 y a sus personajes más destacaos, incluido el sobrino Napoleón. Pero no sólo a él. El Marx de finales de 1851 e inicios de 1852 valoraba, a partir de su experiencia, el conjunto de los acontecimientos de Francia como una farsa, en comparación de la primera revolución francesa que le califica como “tragedia”. Remarquemos que este párrafo, Marx no hace ninguna afirmación o pronóstico respecto al futuro del Imperio de 1851-1871. No podía hacerla. Tampoco la encontramos en el resto de la obra ni en Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850[3], que recoge su valoración de las diversas fases de la tercera revolución francesa.
Parece evidente que Marx, en este párrafo inicial del 18 de Brumario no se podía referir al “… último Bonaparte”, que según Pala “no fue una farsa”. Estoy de acuerdo con Pala ésta última afirmación. Evidentemente el Imperio fue un régimen suscitó una modernización de la estructura económica, social y cultural francesa. Un régimen donde la gran banca y la gran industria mandaban dominaban y dirigían al conjunto de la sociedad. Quizás, tanto o más que el propio Bonaparte, a pesar de la notable autonomía de la política cesarista de éste.
Así pues, Pala puede afirmar: “El último Bonaparte no fue una farsa” y seguramente tiene razón. Pero de ahí a desprender de ello que “la frase sobre la historia y la farsa de Marx no era correcta”, hay un buen trecho.
Para saber qué pensaba Marx sobre el Imperio hay que ir al apartado III de La Guerra Civil en Francia, texto de Marx escrito en abril-mayo de 1871, es decir, después de la derrota de Sedan, de la caída del Segundo Imperio, de la proclamación de la República y de la Comuna de Paris y de su derrota. En este texto, las referencias al Segundo Imperio son hechas a vuela pluma, siempre por contraste con las realizaciones de La Comuna, y por tanto, no pueden contener un análisis completo del régimen. En este texto, Marx no hace de historiador. Los análisis históricos en Marx no tienen nada de académico, sirven a los objetivos políticos del autor y del colectivo al que pretende servir: el movimiento obrero. En este texto Marx interviene en el debate, lanza una orientación política a los miembros de la Asociación Internacional del Trabajo. Sin embargo, estas afirmaciones a vuela pluma trazan un análisis del régimen lejano de la idea de que sea una farsa. No me extiendo al respecto. Quien lea esta parte de la Guerra Civil en Francia podrá verificar ( o no) lo que digo. En todo caso es necesario leerlas, analizarlas y comentarlas para poder colegir la valoración de Marx sobre el Segundo Imperio tardío y, por tanto sobre Luis Napoléon. Nada que ver con la corrección o no del recurso retórico del texto de 1852.
Vamos un poco más allá del post de Giaime Pala. Tomémoslo sólo como síntoma de un error interpretativo más generalizado. Es costumbre habitual en muchos analistas dejarse deslumbrar por el párrafo inicial del 18 de Brumario y olvidar la detallada descripción y análisis del proceso revolucionario y de la compleja lucha de clases que se produjo durante la tercera revolución francesa. Ese es el aspecto principal de la obra y no el sarcasmo retórico con el que Marx descalifica el proceso revolucionario francés entre 1848 y 1850 y a sus protagonistas en ese arranque inicial. Insisto, considero que estamos ante un recurso retórico que invita a leer el conjunto de la obra que ante un diagnóstico de carácter científico. Pero algunos
¿Este sarcasmo obedece a la decepción con las revoluciones de 1848 como afirma Edgar Straehle, en su interesante y breve comentario al post de Pala? Dice Straehle:
“Ese pasaje y los siguientes de Marx son fascinantes. Escribí un artículo entero sobre ello que debería salir publicado el año que viene. Estos pasajes resumen básicamente toda su decepción con las revoluciones de 1848, no solo aunque sobre todo la francesa, con expresiones cercanas y casi siempre teatrales a lo largo La lucha de clases en Francia o sus artículos de esos años, incluso lo retoma en su análisis de la revolución española de 1854. Además, ahí se sintetiza su diálogo crítico con Lamartine o Chateaubriand, entre otros. Por cierto, intuyo que Bakunin le copia mucho en su Carta a un francés, llena de paralelismos con el 18 de Brumario”.
Está claro que Marx estaba decepcionado por los resultados del ciclo revolucionario europeo del 48-50 como dice Straehle. Pero, en mi opinión sus dos textos sobre el ciclo revolucionario van más allá de la decepción. Obedecen más a un intento de analizar las razones de la derrota y a construir un análisis y algo de prognosis sobre la siguiente fase de la lucha de clases. En ambos textos, más allá del sarcasmo y de las figuras literarias usadas, es importante indagar como aplica, su propuesta construye su análisis matizado de la lucha de clases como un complejo de complejos, rehuyendo el determinismo económico y de la simplificación de la lucha “clase contra clase”, viendo a las clases como sujetos sociales que se construyen a partir de la lucha de clases y viéndolas además como fenómenos sociales compuestos por diversas fracciones tanto sectoriales como territoriales y según el tamaño de su patrimonio. Viendo las clases sociales como proceso de constitución en clase, producto de la lucha de clases y no simplemente como sectores de población unidos entre ellas por su lugar en las relaciones de producción[4]. Creo que esta visión de la lucha de clases sostenida por Marx en estos textos de análisis de la revolución del 48-50 explica la fascinación de Gramsci por estos textos de Marx y explica en gran parte el tipo de marxismo practicado por el comunista sardo[5]. De hecho ésta es la concepción que sostiene tanto en La cuestión meridional, como en el Cuaderno de la Cárcel nº 25.
En todo caso, me encantará leer el artículo de Edgar Straehle. Cuando sea publicado el año 2022 o antes. Seguro que aprendo cosas que se me pasaron por alto en las diversas lecturas que ha hecho de estos textos
A lo largo de la historia del marxismo, muchos acabaron transformando la afirmación sobre la tragedia y la farsa con la que Marx arranca el 18 de Brumario en una especie de ley del desarrollo histórico propuesta por Marx. Ya he dicho que me parece más un recurso retórico que otra cosa. Esta supuesta ley marxista del desarrollo histórico no aparece en los análisis detallados de los procesos revolucionarios europeos del 48, en los artículos de la Nueva Gaceta Renana, ni en los sucesivos análisis sobre Polonia, o sobre Irlanda, sobre la India, China o la Comuna Rusa que Marx i Esgels escribieron a lo largo de su vida.
La
metáfora de la tragedia y de la farsa escrita por Marx en el arranque del 18 de Brumario no es una ley de
desarrollo histórico de la que se pueda predicar su corrección o
incorrección. Intentar
buscar la “corrección” histórica de ésta imagen retórica inicial en este texto
es un error. Además no debería ser un freno para que los jóvenes militantes o estudiantes desprecien la lectura de un texto que me parece clava para comprender la concepción de la lucha de clases y de la revolución sostenida por Marx.
Sobre la segunda parte del post de Giaime Pala, es decir sobre la cuestión del cesarismo progresivo y regresivo, escribo algo mañana.
Sabadell, 7 desembre 2021
[2] Karl Marx, El dieciocho de Brumario de Luis Bonaparte, Moscú, Obras Escogidas de Marx y Engels, 1973, Tomo I, p. 408.
[3] Karl Marx, Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850, Moscú, Obras Escogidas de Marx y Engels, 1973, Tomo I, pp. 190-306. Escrita entre enero y 1 de noviembre de 1850.
[4] Sobre esta realidad de la clase como relación social y como proceso se puede leer mi contribución al libro colectivo: AAVV, Miradas sobre la precariedad. Debate y propuesta para una "encuesta del trabajo" y la reconstrucción del sindicalismo de clase, Vilassar de dalt, El Viejo Topo, 2006.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada