Joaquín Miras.
Alexandre me hizo esta pregunta hace unos días:
“Joaquín: ¿Por qué leer a Hegel hoy? Me sorprende tu lectura de Hegel”.
Así que. a la altura de lo que llevo leído, trato de explicar por qué no lo voy a dejar y porqué ahora creo que es muy importante
Querido Alexandre:
me preguntabas sobre Hegel. Ahora creo, como Ripalda, que no se puede ir por detrás de Hegel sin que tenga graves consecuencias. De hecho, nunca vamos: Marx y todos los que nos parecen interesantes van “por delante “ de Hegel. Son lectores atentos y seguidores de él.
Sobre Hegel, a la altura de lo que llevo leído – y comprendido- de la Fenomenología del Espíritu (voy por la mitad, y estoy a medias del capítulo 5, que tiene 150 páginas,).
En primer lugar, la primera tarea que hace. Él es un enorme conocedor de los clásicos, de Platón y Aristóteles, y probablemente en su forma de escribir, desesperante, un lodazal, hay un intento de seguir la pretensión de éstos: penetrar el Nous o la Idea, para lo que la episteme, el conocimiento científico, es inútil. Estas diferencias o distinciones sobre las formas de pensamiento están en los pensadores clásicos. Para ellos es la “contemplación de las ideas” la forma más alta de conocimiento, superior al científico y la práctico. Estas formas de conocer han sido siempre motivo de perplejidad para muchos, y creo, de escándalo para los creyentes, pues pensaban que esto era sólo posible para creyentes pues es “mística”; otra cosa sea que esta reflexión basada en la atención flotante, estilo “budismo” haya sido practicada por algunos de los catalogados por el Santo Oficio como místicos –y también por otros, catalogados por el S O como “quietistas” y heréticos-,que se solían inspirar en Aristóteles, pe Juan de la Cruz, no por Teresa de Ávila que tenía arrobos y veía visiones, motivos por el que se peleó con Juan de la Cruz y se lo quitó de encima como confesor; en resumen, que la “mística” no existe como clasificación de modos de pensar más allá de los dictámenes del S O.
Volviendo a nous. El nous es un pensamiento “especial” empático, mediante el que se intenta comprender el mundo; es un pensamiento distinto de la doxa, o sentido común, y de la episteme, o ciencia, que son las formas de pensamiento que ejercemos habitualmente los “hombres que comemos pan”. Ponerse en esta clave de pensamiento y tratar de explicar el mundo a partir de empatías directas con las esencias que lo constituyen, sin apercibirse de que en todo caso la “atención flotante” es una forma posible de ejercicio de meditación sobre sí de la conciencia humana, puede dar lugar a caer en grandes chorradas, en efecto, pero como ves, se los cree a pies juntillas.
Por lo demás como el libro es una formidable teoría de la individualidad humana y sumando interior, la empatía, la forma empática de autoconocimiento, que Hegel maneja con cautela, le puede dar buenos rendimientos. Pero a parte de ahí, y como Hegel se cree también a pies juntillas a a Descartes y su pienso luego existo, es decir, la reflexión que para dar razón de la existencia de un mundo exterior parte de la fundamentación de la realidad del pensar humano y del yo, etc., pega el giro. Platón, Aristóteles y toda la traditio –Vitoria, Aquinate, y tutti quanti - piensan que el mundo está formado así y asá, determinado conforme a tales y cuales normas y leyes naturales que ha fijado la Naturaleza, y que dentro de ese todo ordenado, está el cosmos de la polis y el individuo, esto es el hombre constituido por naturaleza conforme a tales ideas y leyes naturales.
Hegel toma la idea de Descartes y, al igual que hace con todos los otros clásicos, la radicaliza, la lleva hasta su raíz límite: lo único que existe es el pensar del individuo, todo lo demás son producciones de su cabeza. Cuidado: Él conoce toda la ciencia de su época; lo ha leído todo. Historia, medicina, economía, filosofía, todo: lo escribo para que no se crea que el va de introspectivo naïf a secas. A partir de esta radicalización de la individualidad humana como fundamento de lo que existe, queda negada toda ley natural, y toda existencia de nada que no sea el individuo, su consciencia y su praxis. No hay naturaleza alguna de nada. Sólo pensamiento y praxis. La radicalización puede ser un pelín pasada pero es subyugante, y a todos los grandes les dejó deslumbrados y no se lo tuvieron en cuenta. Por ejemplo, Marx.
Toda la Fenomenología del Espíritu, es entonces el estudio de lo único que existe: el individuo y su conciencia interior, y su propia autoconciencia sobre su conciencia:el pensar y el pensar sobre mi propio pensar, motor de la praxis. Fenomenología del Espíritu es una teoría antropológica del ser humano individual en su interioridad. Es tan potente que lo extraño es que tan pocas corrientes psicológicas lo conozcan –Vigotsky, claro; y poner a Hegel/Marx detrás de Vig. evitaría tanta perversión de sus teorías- . Y te aseguro que creo, habría que suspenderles el curso a todas esas otras corrientes sicologicas por no conocerlo.
Durante páginas y páginas Hegel estudia el interior humano, la autoconciencia de sí que es característica del ser humano, una conciencia que se desdobla en autoconciencia interior –la conciencia es dialógica, como recordaba Vigotsky, nos solemos hablar a nostros mismoscomo “tú”- la cual se auto reconoce a sí misma de tal o cual forma en su propio doble conciencia interior –en la que Hegel incluye un nivel inconsciente, aunque no le de por la metafísica de Freud que la convierte en un solucionario general o “deus ex machina” que dirían antes-. Según Hegel unas veces el yo autoconsciente cree que la otra parte es un no él, sino un “otro”: Dios, y eso es la “consciencia desgraciada” de los cristianos, otras veces…etc y así repasa lo que él denomina diferentes “Figuras del yo”.
Pero la plena autoconciencia del ser humano, del individuo es cuando un individuo con conciencia autoconciente de sí, esto es conconciencia de su propiopensar y ser y dialogicidad interior consigo mismo, entra en diálogo con otro individuo a su vez con conciencia de sí y se ve(n) reflejado(s) y actúa(n) el uno sobre el otro. Esa experiencia de entrar en relación con otro ser autoconsciente le otorga, como reflejo la máxima comprensión sobre sí mismo, le devuelve su propia imagen, le retorna cabalmente su imagen de su ser; es la dialogicidad a la que se refiere Vigotsky, claro; además el diálogo y la praxis sobre el otro y desde el otro le hacen comprender la entidad práxica y social de su ser.
Sólo con otros podemos hacer cosas que solos no alcanzamos a lograr, y solo conotros, en consecuencia, alcanzamos la comprensión de toda nuestra capacidad –área de desarrollo próximo, de V. la dialogicidad de El Quijote, Don Q. y Sancho, que tanto les impresionaba… Lo que realcanza es la autoconciencia de ser un ser social y de ser un ser que socialmente tiene la capacidad de producir su mundo. Lo que luego llamará razón es para H. fruto de este intercambio, y la suma de razones dialogantes es el Espíritu productor de cultura –civilización, pero luego trato de eso un poco más. Las páginas que tratan de esta interpenetración de dos subjetividades, sobre todo en su primera aparición en el capítulo 3 (?) o dan, en realidad, implícitamente, una teoría sobre el enamoramiento erótico de primera magnitud, pero son la radicalidad que le sirve para elaborar que cada individualidad sólo alcanza su propia autoconciencia si se relaciona con otra. Qué consecuencias trae la plena autocomprensión.
Ahí entra una idea que Hegel nos ha ido elaborando: la Universalidad. La idea de la universalidad la ha explicado en primer lugar al tratar de la materia orgánica. Un ser orgánico es universal no por ocupar todo el universo, no por estar por todas partes; podría incluso existir un ser orgánico que fuese singular, de un solo ejemplar y sería universal. El concepto universalidad, que remite como opuesto al de particularidad, claro, se refiere a lo orgánico, en la medida que lo orgánico asume y deja actuar dentro de sí todas las leyes naturales físicas y químicas no orgánicas, pero no está supeditado a ellas, como un caso particular, sino que las “SUBSUME” –palabra que usa Marx en El Capital - y desarrolla formas de vida que no las contradicen, no pretenden vulnerarlas, pero que son diferentes, “emergentes” ; el ser se hace libre de las leyes no orgánicas sin tratar de vulnerarlas. Evidentemente la vida social sería un nivel superior al orgánico, que no rechaza el metabolizar con la naturaleza, etc.
Y el ser humano, consigue ser universal cuando consigue mediante su razón, comprender que la cultura, con su orden social concreto por ella definido, que es “el” producto suyo es, desde luego “universal” respecto de la biología, porque no trata de anularla, pero no está determinada por ella, y que él, que descubre ser el creador de esa cultura que es resultado de la actividad social suya ,al descubrir o tomar coneciencia de eso, al hacerse consciente de eso, descubre que no está determinado por ella como objeto “particular” sometido a sus legaliformidades –las de la cultura x de que se trate-. La cultura es fruto del espíritu humano, y al tomar consciencia de eso, “el espíritu se da alcance” intelectual, se comprende se hace consciente de sí y de su actividad, y puede comportarse como universal respecto de todas las determinaciones concretas, culturales, en las que se encuentra. Comprende que el sujeto que es él es pura “negatividad” respecto de lo existente. El sujeto no puede vivir fuera de un orden de una cultura, una forma de mediar con la naturaleza, pero ninguna de las existentes ni de las por existir es algo que lo determine.
Como negatividad puede replantearse el mundo y construir otro orden. Esta Negatividad solo se le hace cosnciente cuando comprende o da alcance a la noción que le permite entender su universalidad, su no sometimiento a las leyes de la naturaleza a las que debe respetar, sin embargo. Estamos definiendo la radical libertad del sujeto. Para llegar a este punto necesita haber adquirido autoconsciencia no solo de su consciencia, sino también tener autoconciencia de sí como ser en relación con otro, como ser que se abre a los otros.
Solo entonces adquiere el individuo la capacidad de autoconciencia plena que le permite saberse ser social, que le permite saber que la cultura es fruto de la actividad social –cultura que denomina “espíritu”; el espíritu es el producto de la razón dialogante de todos a partir del que se orientará la actividad constructora del mundo- y que por tanto adquiere la conciencia de su universalidad: no solo es universal sino que comprende serlo. No solo su espíritu individual ha creado la civilización en la que vive, sino que lo comprende, el espíritu se da alcance, y comprende que no está determinado por esta cultura. Descubre así, como te he dicho, su esencia individual negativa: la universalidad consciente, esto es la libertad frente al mundo en que vive, le hace percibir que su mundo es así, pero podría ser de otra manera. Negatividad antropológica: el ser humano, que no puede vivir fuera de un orden cultural, puede rechazar cualquier orden cultural determinado y pensar y crear otro diferente.
El orden civilizatorio es la manifestación o plasmación del espíritu. Este es otro desarrollo de Hegel, que despliega lo anterior, -aquí le da la vuelta a la teología del espíritu santo, porque Hegel es ateo- Pero ¿qué es el Espíritu? El espíritu del mundo o razón del mundo que lo ordena es el conjunto de/ o se descompone en las millones de razones individuales, humanas, que dialogan entre sí: es la suma de ellas, que son como los millones de estrellas que componen la galaxia – creo que este es el símil que utiliza-. No es algo distinto a la razón humana del sujeto, subjetiva, deliberante y, que al estar en relación con otro sujeto, se hace autoconsciente y adquiere la posibilidad de replantearse como negatividad la deliberación, lo que delibera. La praxis humana –Aristóteles- es la forma de expresar u objetivar ese espíritu. Praxis: Existen páginas asombrosas sobre “mano y cerebro”. Y desde luego, la negatividad del individuo respecto de su mundo creado, hace que el sujeto sea universal- libre respecto de lo que produce él y respecto de lo que producen otros: no hay cárcel posible formada por la cultura o la tecnología, que lo enajene, estilo Adorno, Horkheimer.
Recuerdo: el capitalismo ha generado una racionalidad instrumental en la que estamos inmersos y que impone la lógica del capitalismo: estamos inmersos y enajenados. Sólo el salirse de ese mundo, mediante formas como el arte de vanguardia – Adorno, H- permite a algunos des- enajenarse. Para Hegel las objetivaciones humanas son “ambiguas”, independientes en buena parte de sus intenciones, y, encima, las relaciones que otros seres desarrollen con ellas a partir de sus intenciones las varían… en su uso…: “neutralidad”.
La teoría de Hegel es la teoría del sujeto humano, de la subjetividad como consciencia real autoconsciente y protagonista. Hoy se habla de la “muerte del sujeto”. Matar el sujeto es querer matar la libertad, la soberanía, y esto pretenden los posmodernos, los “filósofos de la sospecha”. Pero los seres humanos no somos “lenguaje”, lenguaje que se habla a sí mismo por nuestras bocas, ni “soportes de estructuras y de relaciones estructurales. El lenguaje es una mediación a través de la que nos expresamos. Las necesidades no existen en sí y me usan para expresarse a través mío. Soy yo el que necesita. El deseo no habla por mí, soy yo el que desea, el que piensa –“todos los hombres por naturaleza desean conocer” decía Aristóteles-.
La lingüistización como negación del sujeto es un relativismo , al igual que el estructuralismo, que combaten la subjetividad. Sin ella, sin Hegel, no hay sujeto sufriente cuyo espíritu pueda hacerse autoconsciente y liberarse de ello . Está aquí en juego, en el campo de las ideas filosóficas, la posibilidad de la emacipación, y el sentido de tal deseo. Lucha ideológica. Nadie es filósofo, somos soportes, lenguaje que se habla. No hay sujeto, no hay experiencia, no hay filósofos que reflexionan sobre experiencia vital subjetiva.
Lo que además alucina es que, desde luego, Hegel es muy pastoso, muy exasperante…pero en su texto no existen esas cosas sobre “tesis antítesis síntesis”, ni sobre “negación de la negación”. Todo eso, que tampoco aparece en Lukacs, ni en Gramsci –que sí habían leído a Hegel -, y que los manualitos nos han vendido como Hegel, ¡NO ESTÁ!, repito, ¡no está! En “La Fenomenología del espíritu” no hay nada de “lógica dialéctica” ni tales zarandajas. Para seguir con las opiniones que se han elaborado sobre Hegel, -sí su “método”, que es revolucionario, no su “sistema”, que es reaccionario (sic).
Resulta muy difícil aceptar esos deslindes método/ sistema, en Hegel, porque su “sistema” y su “método” que coinciden, es reabsorber la civilización entera en la individualidad autoconsciente, que se auto produce a sí misma en la historia. Fuera del sujeto que es in nuce negatividad abstracta, no hay nada: menos “sistema”, menos parafernalia menos categorización, menos “esencias esenciales”es imposible. Lo que hay en Hegel es una interpretación optimista del ser humano como auto-creador de sí mismo, debido a que el ser humano “subsume” todos los mundos físico, biológico social, es capaz de comprender sus lógicas y es conciente de ellas, o sea, es “universal”, y no se somete, en consecuencia, como particular a ellas, pues puede crear otros órdenes, porque es auto-consciente de esa su negatividad antropológica. Menos sistema, imposible. Método, como rigor, sí hay.
Lo del nous le da resultado, porque a parte de que sabe mucha historia y de todo, al investigar por vía intuitiva en el interior humano, le salen cosas muy chulas –muchas veces no “introspecciona” como si fuese un místico o un budista, al hablar del sujeto, sino que está hablando y analizando pensamiento ya elaborado. PE: dice que Dionisio Areopagita es ateo sin saberlo. Porque Dionisio estudia a Dios por vía negativa: establece el sujeto gramatical Dios y luego le niega la predicación de todos los predicados o atributos gramaticales: dios no es esto, ni lo otro… Hegel dice,: lo que le falta es por tanto negar el sujeto gramatical: Dios es un no sujeto. Otras veces, reflexiona sobre el pensamiento de los filósofos clásicos sobre los escépticos de la clasicidad o sobre los estoicos, o sobre los cristianos: cómo se ponen ellos a sí mismos en su interior subjetivo. Cómo construyen a partir de su experiencia histórica sus mundos interiores y cómo se sienten a sí mismos como sujetos…( “figuras de la subjetividad”).
Su proyecto es que el hombre no debe hacer de sí un objeto de auto estudio ingenieril, en el que este estudio sirve para saber qué se puede y qué no se puede hacer dentro del espíritu civilización, sino que mediante la praxis y la deliberación debe cambiar el marco, el mundo en que vive, si lo cree oportuno. Deliberar con los otros, llegar a acuerdos, y cambiar el orden. No estudiar lo que hay científicamente e inventar estrategias –los científicos- para asumir las reglas de lo que hay. En este sentido adquiere todo el valor, o se ve el sentido, el por qué, de lo que decía Luckács, de que sociología y economía son pseudo- ciencias, porque estudian lo que hay, al igual que se hace con las plantas o las leyes físicas, cuando de lo que se trata es, no de interpretar el mundo sino de transformarlo –esta es la matriz del Hegelianismo de izquierdas, claro: tesis Feuerbach- , y para ello es la comunicación, la deliberación, no razones científicas more geométrico…lo que sirve.
La subjetividad que rechaza el mundo existente como tal subjetividad dada suma la experiencia en ese mundo, la consciencia del sujeto, no los saberes esotéricos es lo que impele a ejercer la negatividad respecto del orden existente y crear otro orden nuevo. “Consciencia”. Consciencia….de clase, bueno, pero consciencia, no “Ciencia”… aunque sea ciencia proletaria, siempre en manos de una minoría de “científicos” –a veces, de un solo “científico”: el secretario general. Consciencia: es Marx, y es el sujeto; es Hegel.
Hegel no era demócrata pero es con él cuando la democracia alcanza a convertirse en la “metafísica” del ser humano: el ser humano “ES”… ¿qué es? vendría aquí: “es el SISTEMA”, pues no: el ser humano es lo que él quiera sacar de sí, porque es libertad de auto- elegirse: universalidad auto- consciente, negatividad respecto de todo lo dado. La democracia ha existido siempre en la realidad, desde el siglo quinto antes de nuestra era, como poco, pero se argumentaba, desde los demócratas, como el régimen que imponía la naturaleza. La naturaleza tenía unas leyes, y esas eran que hubiese democracia.
Con Hegel, no hay más que la negatividad del ser auto-consciente, y, en consecuencia, el orden que el ser auto-consciente quiera que haya: “Metafísica” que es rechazo de cualquier sistema metafísico: el ser humano será lo que queramos que se sea, lo que queramos ser: lo peor o lo mejor, democráticamente decidible, no predeterminado por esencias. Esto está en Hegel y como me escribía Alexandre, en Lukcas, su seguidor. Todas las buenas teorías de la democracia actuales, que comprenden que para crear sostener ese orden en concreto hay que luchar y destruir el orden existente, se basan en la “negatividad” y en la subjetividad: Gramsci, etc. Es la consecuencia de la experiencia de la revolución francesa, que fue hecha por quienes creían en un orden natural, pero tuvieron que destruir un orden para defender la soberanía…
Hegel, si, Lukcas sí, pero no en Heidegger. En el Viejo Topo de mayo 2006, p. 95, en una reseña de un libro de Arturo Leyte sobre Heidegger, titulado Heidegger precisamente el recensor transcribe esta cita del gran nazi: “Heidegger alcanza a ver algo decisivo en relación con la modernidad: que la democracia moderna no es meramente una forma de gobierno más entre otras sino la figura bajo la cual ocurre la metafísica”. Bueno, la metafísica, entendida como reflexión sobre las esencias “esentes” pre – esentes, pre existentes, ya no existe. La metafísica es ahora solo autoconciencia de lo que somos: posibilidad de todo. Esa es la idea más general-abstracta y se la debemos a Hegel. La democracia no es una figuración de la metafísica, y por tanto, “una mala consciencia actual”.
La metafísica, la idea límite, meta- teórica actual de la modernidad –de la Contemporaneidad, tras la R Francesa- es que no hay sino individuos y que lo que sea del ser humano será lo que ellos quieran que sea…: la democracia. La democracia no es “una metafísica” sino que la metafísica antigua se ha hecho clara y revela que la idea límite es el ser humano en su capacidad polivalente. Esto es Hegel “puesto sobre sus pies”… y no la inversión de Heidegger.
Desde luego, también el Capital de Marx se lee así, desde Hegel, de otra manera, justamente como una anti-economía, como la debelación de la falsificación del mundo tal como la ciencia económica nos lo muestra: como una realidad semejante a la física y sus leyes, que se puede estudiar para intervenir sobre ella, pero que como la física, es inmodificable. No se trata de engañar presentando una realidad como inmodificable por ser natural, sino de descubrir que es consecuencia de la actividad humana de los sujetos, y que las reglas que la ordenan pueden ser cambiadas, porque frente a esa organización el ser humano es negatividad, puede optar por otra. No se trata de que lo aceptemos a pies juntillas –qué hacer con los economistas ahora, de todos modos… mejor que nos gobiernen los barrenderos, por decir una boutade... Ni de negar el valor de la estadística, etc. pero eso no es el instrumental para el autogobierno del ser humano. El saber adecuado es la experiencia, la conciencia del sujeto…
Joaquín Miras
Buen artículo, también estoy convencido de la necesidad de leer a Hegel en estos tiempos. Los "filósofos" que lo han negado son poco responsables. Lamentablemente la "Fenomenología..." todavía me resulta inaccesible debido a la oscuridad de su prosa. Espero poder atravesarla en poco tiempo. Saludos. Diego
ResponEliminaYa había escrito un comentario. Pero no se por qué razón aún no sale publicado. Me gustaría saber si pueden ayudarme con esto. Agradecido. Saludos.
ResponElimina