Atilio Borón.
La revolución, sin metafísica
Comparto unas muy sabias reflexiones de Álvaro García Linera a propósito de la revolución, útiles sobre todo para desmontar el discurso metafísico que el infantilismo izquierdista tiene acerca de ella. Un discurso casi teológico, situado en las antípodas del materialismo histórico, que por su facilismo primero resulta muy atractivo y después, cuando hay que enfrentar las duras réplicas de la historia, genera desilusión, resignación y, en no pocos casos, el completo abandono de los ideales revolucionarios.
Dice García Linera que: “Quienes crean que las revoluciones son una taza de leche de unanimidad absoluta no saben de lo que hablan, y malinterpretan el término de revolución que lo entienden sólo a través de libros. Las revoluciones son flujos caóticos de iniciativas colectivas sociales, impulsos fragmentados que se cruzan, se enfrentan, se suma y articulan para volver a dividirse y cruzarse. Nada está definido de antemano. No se tiene un programa escrito o una propuesta que sea capaz de prever lo que vendrá.”
“Cada revolución es única por las fuerzas que la promueven, por la historia de los adversarios que enfrenta, por los problemas, territorios y raíces singulares e irrepetibles de quienes se involucran. Las revoluciones son flujos de lava social que se despiertan por todas partes y hacia todas partes y en las que cada nuevo paso es un referéndum mismo sobre el curso de la revolución. Las revoluciones no tienen un curso predeterminado, si lo tuvieran no serían tales sino decisiones burocráticas de un poder que ha expropiado el alma al pueblo. Ellas avanzan, se detienen, retroceden, se caen y vuelven a avanzar nuevamente, a veces sin saber bien cuál es el siguiente paso, inventando a cada rato su itinerario.”
Álvaro García Linera, Las tensiones creativas de la revolución (Buenos Aires: Ediciones Luxemburg, 2012), pp.72-73.
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