Los datos de la represión policial compartida y coordinada entre los cuerpos represivos del Estado (Mossos, Policía Nacional y Guardia Civil) son absolutamente intolerables. 4 personas han perdido un ojo. 600 heridos, 194 detenidos, 28 encarcelados, 18 hospitalizados. Una chica ha pasado la noche entre la vida y la muerte en el Hospital del Valle de Hebrón con un traumatismo cráneo-encefálico que le dejará consecuencias graves y permanentes. Cientos de heridos atendidos por el SEM.
Jóvenes detenidos ilegalmente, maltratados y condenados sin juicio a una prisión preventiva, sin fianza, que destrozará sus vidas. Después vendrá la condena en juicios sin garantías, donde la policía tiene “presunción de veracidad”, según una ley antidemocrática. Quien quiera ver esta realidad sólo tiene que consultar lo que explican el Síndic de Greuges, Amnistía internacional e Iridia, por ejemplo.
Las imágenes de abusos policiales cometidos "in situ" por los cuerpos represivos son recurrentes. Demasiado recurrentes. Está claro que obedecen a una estrategia. No son unos polis fachas aislados dentro de los cuerpos de una policía "correcta y democrática". No son manzanas podridas dentro de una cesta. Es una estrategia acordada y coordinada desde el CECOR. Es decir, desde las fuerzas represivas del estado y sus cipayos autonómicos.
Una sentencia infame que transforma la desobediencia en sedición.
El abuso recurrente y la violencia policial que vemos estos días es una aplicación "de facto" de la jurisprudencia marcada por la sentencia infame que transforma la desobediencia en sedición. Marca toda una nueva época represiva en el ya de por sí represivo estado del Reino de España.
La masa del movimiento popular y democrático por la autodeterminación está descubriendo, a partir de su experiencia práctica y masiva el verdadero carácter de clase del estado capitalista y para qué sirve el monopolio de la violencia que ejerce. El “procesismo” se había esforzado durante siete años en no mostrarle al movimiento popular este carácter represivo. El 1 de octubre de 2017 fue, en este sentido un gran acto pedagógico por parte del estado. La sentencia infame también. Los actos represivos de estos días, aún más. La experiencia siempre es la madre de la conciencia, como decía aquel señor barbudo del siglo XIX: "Cada paso de movimiento real vale más que una docena de programas".
La violencia la ejerce de manera unilateral y monopolista del estado capitalista, castiga sin piedad a aquellos que están dispuestos a discutirle su monopolio de la fuerza. La violencia es la sentencia. La violencia es investigar el “tsunami democrático” o los CDR por "terrorismo". La violencia son las detenciones arbitrarias de los miembros de los CDR semanas antes de la publicación de la sentencia infame. Este es el elemento esencial de lo que está pasando.
Los equidistantes que miran estos hechos desde fuera, equiparando la violencia de unos y otros están jugando un rol muy penoso. No han entendido que si ellos, algún día constituyeran un peligro para el status quo se les aplicaría esta misma doctrina. Quizá se creen protegidos por que ya no creen ser un peligro para el poder. Quizás ni lo quieren ser. De hecho, se han transformado en un elemento absolutamente marginal, e incluso algunos de ellos ya son miembros de lo que el historiador Xavier Domènec llama "frente de orden".
Es de esperar que las conclusiones sobre la situación que se están extrayendo de forma masiva por parte de decenas de miles de personas no sean demasiado reductivas y que no lleven al movimiento i a toda una generación de jóvenes a auto-destruirse chocando estérilmente contra el monopolio de la violencia del estado capitalista.
La lucha es larga y estratégica. Los “procesistas” que os dijeron que el asunto era fácil y rápido os mintieron. Ahora ya lo sabéis. Si alguien te dice ahora que encendiendo contenedores o tirando piedras a los miembros de las fuerzas represivas, conseguirás algo inmediato te está mintiendo.
Libertad, amnistía, derecho de autodeterminación.
La respuesta correcta a la nueva fase de la situación no puede ser: "Nuestra sentencia, independencia", como dice la organización independentista Assemblea Nacional Catalana. En la fase actual la respuesta correcta es: "Libertad, amnistía, derecho de autodeterminación". Esta es la dura realidad de la fase actual. Quizás, a muchos sectores del movimiento popular por la autodeterminación les costará asumir esta realidad. Es natural. Cuando se abre una nueva etapa de la lucha, muchos siguen arrastrando las ilusiones acumuladas en la etapa anterior. Pero la mayoría de la gente tiene capacidad de pensar por su propia cabeza y la dura realidad de la nueva etapa se acabará imponiendo.
Las revoluciones las hacen los millones y millones de personas que ya no tienen nada que perder. Los revolucionarios debemos saber caminar al paso de los más lentos para ayudar a avanzar a la gente desde su sentido común actual hasta la necesaria conclusión de que hay que cambiarlo todo. Los revolucionarios debemos saber que cuando estos millones y millones lleguen por su experiencia a esta conclusión nos superarán, nos desbordarán. Y que esto será un hecho extremadamente positivo. El movimiento democrático y popular es necesario, las vanguardias son contingentes.
Pero, a pesar de las movilizaciones juveniles que han sacudido las cuatro capitales de provincia de Catalunya el deseado desbordamiento del procesismo no se ha producido. Además, hay que afrontar otra realidad. La mayoría del movimiento en la calle de estas noches son sectores de una juventud justamente enfadada por la sentencia y decepcionada por la inanidad de la estrategia anterior del movimiento. Es decir, mayoritariamente estamos ante un movimiento de carácter espontáneo. Pero si la base social mayoritaria es ésta, no podemos negar que hay pequeñas vanguardias que creen llegado su "momentum". Existen y actúan activamente en el seno del movimiento de estas noches. Tratan de substituir al propio movimiento y a su experiencia colectiva. Olvidan que la conciencia política solo puede surgir de la experiencia masiva y de la deliberación.
Algunos han venido de fuera. El 13 % de los detenidos, según "informa" el CECOR y los medios de manipulación a su servicio. No tenemos aún datos concretos de carácter cualitativo y cuantitativo sobre estos detenidos como para poder valorarlos en su justa medida. Los antecedentes de las mentiras proferidas de manera habitual en diversos caso por los órganos represivos del estado nos obligan a ser prudentes. Autocrítica: es posible que me precipitara en la versión catalana de este artículo publicada en este blog hace cinco días. Agradezco algunas observaciones que se me han hecho llegar. De otro lado, los detenidos no son necesariamente un reflejo de la realidad global del movimiento.
Otra pequeña parte de los participantes forma parte de vanguardias locales, minoritarias y sempiternas. También existen y basan su ausencia de estrategia en la “acción por la acción”. La cultura de estas vanguardias suele ser la sustitución de la experiencia del movimiento. Tratan de imprimir al movimiento una estrategia basada en la "carga permanente", en la blitz krieg. Lo harán hasta el agotamiento final de las reservas, sin tener en cuenta el saldo de bajas. Sin debatir de manera transparente y democrática la supuesta estrategia que hay detrás de las acciones.
Creo que no tienen ninguna estrategia, más allá de la conocida: "acción-represión-acción". Es una estrategia que ya ha sido superada por "la crítica de las armas" en otros lugares. Lleva a un callejón sin salida con un saldo histórico que no es precisamente positivo. En otros lugares, los responsables de aquella estrategia ya han hecho un balance y han extraído las consecuencias. Y actúan en coherencia con las conclusiones a las que han llegado.
Seamos claros: ¿Debemos menospreciar la experiencia ajena, aquí y ahora? ¿ En este momento crucial?
Por encima de todo, hay que dar perspectiva política a la rabia.
El activismo ciego puede ser bien acogido momentáneamente por los jóvenes que se incorporan ahora a la lucha, sin la necesaria experiencia por evidentes razones de edad. Algunos acusan a cualquier crítico con este activismo ciego de "criminalizar" las víctimas de la represión estatal. Es normal que se hagan estas acusaciones, forma parte de los rituales habituales. No es el caso de este comentarista, que ha manifestado por escrito y se ha manifestado las calles durante estos días contra la represión policial. Y hace cuatro décadas que lo hace. Este tipo de acusaciones forman parte del arsenal retórico del verticalismo de algunas de estas prácticas vanguardistas.
La rabia ante la violencia de los cuerpos represivos del Reino de España es natural. La rabia es un signo saludable de la energía revolucionaria de nuestra juventud. Pero la rabia hay organizarla, hay que darle una perspectiva política más allá del momento de la asonada.
Y la perspectiva no puede ser otra que la de reconocer que tras la sentencia, en la nueva fase del movimiento se trata de volver a poner en valor un viejo lema de la Assemblea de Catalunya, es decir del movimiento por la ruptura democrática de principios de los años setenta del siglo pasado: “Libertad, amnistía, derecho de autodeterminación”.
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