diumenge, 3 de novembre del 2019

A vueltas sobre el texto y el contexto.





Joan Tafalla

El pasado 2 de noviembre  de 2019, publiqué en mi muro de Facebook el siguiente post: 

“Recientes declaraciones de significados dirigentes de la izquierda española me han traído a la memoria una carta que Federico Engels envió a Karl Kautsky el 7 de febrero de 1882, donde trataba de la cuestión Polonia. 
En ella le decía:  “Los socialistas polacos que no ponen la liberación de su país a la cabeza de su programa me parecen a mí como los socialistas alemanes que no exigen ante todo la derogación de la ley anti-socialista, la libertad de prensa, de asociación y de asamblea [...] No importa si una reconstitución de Polonia es posible antes de la próxima revolución. En ningún caso tenemos la tarea de apartar a los polacos de sus esfuerzos de luchar por las condiciones vitales de su desarrollo futuro, o persuadirlos de que la independencia nacional es cuestión muy secundaria desde el punto de vista internacional. Por el contrario, la independencia es la base de toda acción internacional común [...] Nosotros en particular no tenemos ninguna razón para bloquear su irrefutable esfuerzo por la independencia. En primer lugar, han inventado y aplicado en 1863 el método de lucha [...]; y en segundo lugar fueron los únicos lugartenientes capaces y leales de la Comuna de París.”

Pues eso”.

El post recibió diversos comentarios de algunos queridos amigos, mostrando algunos su acuerdo con la oportunidad de esta cita y otros su discrepancia. Como siempre, agradezco el tiempo dedicado por todos los “comentaristas” a leerme y a comentar mis ocurrencias. Aprendo siempre de todos los comentarios recibidos. Y remarco de nuevo que aprendo más de los que discrepan que de los que están de acuerdo.
A algunos los respondí en el mismo muro. Pero quiero detenerme en el comentario de mi querido amigo y eminente historiador Martin Rodrigo, a quien considero camarada en la lucha y en la discrepancia. 
Me decía Martín:
“Para un historiador el contexto es muy relevante. Por ejemplo, la Polonia de 1882 (un antiguo reino dividido entre tres Imperios autocráticos) tiene muy poco que ver con la Catalunya de 2019. Hay ejercicios sobre el pasado que tiene cierto sentido como ejercicio erudito pero nula eficacia para la intervención política actual.”

Elementos de método

Mi respuesta a Martin en Facebook a este comentario ha sido un poco precipitada. Intento ser un poco más riguroso.

Querido Martin:

1.- En mi cita de Engels no oficiaba como historiador sino como militante comunista. Es cierto que, a veces, es difícil marcar una línea de demarcación entre ambas esferas. También es cierto que un militante, en sus comentarios o notas, debe intentar aplicar adecuadamente sus conocimientos de historia. Es decir debe intentar no solicitar a los textos aquello que los textos no dan, recortándolos, manipulándolos, olvidando el contexto o intentando pasar por elemento central del pensamiento de un autor “afirmaciones casuales y los aforismos aislados”.[1] En eso nunca me cansaré de darte la razón. En alguna obra recientemente publicada por mi parte he tratado de aplicar este criterio lo más rigurosamente posible. Por ejemplo:


Creo que, en este caso creo no he incurrido en el error que me atribuyes, querido Martin. La cita está extraída de un estudio que tengo en curso sobre las posiciones de Engels en relación a Polonia en la que tengo en cuenta la historia de Polonia, y las coyunturas en que Engels y Marx emitieron opiniones al respecto. Y creo que la cita escogida recoge una posición de principio ( es decir no táctica) de Engels. Y también de Marx. Al final de este texto te ofrezco en primicia un anexo con un breve resumen de estas posiciones. 
Hoy, para muchos, Marx y Engels son “perro muerto”. Pero eso no se me puede pedir a mi, un viejo comunista recalcitrante.

2.- A lo largo de toda mi vida de militante comunista y más durante estos años de conflicto político en Catalunya siempre he aludido a la importancia  del contexto cuando se manejan citas que se refieren a posiciones tácticas de los clásicos. Me parece un principio metodológico imprescindible cuando nos referimos a posicionamientos de carácter contingente, táctico o instrumentales cualquier autor. El consejo de Gramsci a la hora de tratar con los clásicos sigue pareciéndome esencial: “La búsqueda del leitmotiv, del ritmo del pensamiento en desarrollo debe ser más importante que las afirmaciones casuales y los aforismos aislados”. (loc. cit.)

3.- La alusión al contexto sigue siendo necesaria pero mucho menos relevante cuando nos referimos a principios políticos o morales defendidos por un determinado autor. Es decir: si el autor defiende la libertad, la igualdad o la fraternidad el contexto es bastante irrelevante. Si reivindico el comunismo como esperanza de la humanidad, el contexto también es bastante irrelevante. A menos que sigamos el principio marxista-grouchista de que "tengo unos principios, pero en otro contexto tengo otros". 

"Tengo unos principios, pero en otro contexto tengo otros". 

4.- Como principio metodológico pienso que hay que hacer una distinción entre las posiciones de principio sostenidas por Marx y Engels sobre la cuestión nacional y los posicionamientos de carácter táctico adoptados en una u otra coyuntura, o como producto de la evolución de su pensamiento. Por poner un ejemplo Engels defendió en sus textos de la Nueva Gazeta Renana (1848) que había "pueblos sin historia" y por tanto irremisiblemente reaccionarios. Mediante una aplicación errónea de la filosofía de la historia de Hegel elevó una posición táctica (enmarcada en las luchas de 1848) a principio anti-democrático, insostenible entonces y en la actualidad. Se trata de un posicionamiento contingente, superado con los años por su propio autor. Citar eso sin el debido contextualizarlo sería un grave error. Por poner otro ejemplo contrario: la idea de que "un pueblo que oprime a otro pueblo forja sus propias cadenas" forma parte de los principios del comunismo según Marx y Engels. Es un principio normativo, político, estratégico y moral. Un elemento de principio reiteradamente a lo largo de cuarenta años por ambos autores. Una cita de Engels defendiendo este principio no necesita mucho contexto para ser reivindicada.

5.- Es evidente que yo no comparaba la situación de Polonia de 1882 con la de Catalunya de 2019, como tu y otro amable comentarista insinuáis. Estoy "gagá" pero no tanto. Reducir mis opiniones al absurdo no es un buen método para rebatirlas. Todo lo contrario: he dedicado mucho, mucho, mucho esfuerzo a reclamar y a practicar un análisis concreto de la realidad concreta en el conflicto político catalán. Mi blog "La llibertat dels antics" está lleno de estos intentos de análisis concretos de la lucha de clases en la Catalunya actual. Acertados o no, ahí están. Discutir en concreto, rebatirlos esa sería la tarea.  De las críticas concretas y fundamentadas siempre aprendo y no tengo ningún problema cuando algún camarada o amigo me demuestra que estoy equivocado. 

6.- Citando a Engels me dedicaba a otra cosa: reivindicaba un principio comunista básico, olvidado por una parte de la izquierda catalana y española desde la gran traición de la transición: el derecho de autodeterminación. Si lees detenidamente la cita verás que no se puede despachar tranquilamente con una alusión del tipo: "es cosa de eruditos a la violeta, que no tienen en cuenta el contexto". 

7.- Tampoco se puede despachar tranquilamente diciendo el derecho de autodeterminación tiene " nula eficacia para la intervención política actual". A  mi modo de entender precisamente es todo lo contrario: si este principio comunista y democrático básico, hubiera sido aplicado en la Catalunya actual, hubiera sido de gran utilidad política práctica. Tanto que, si ya se hubiera votado el conflicto estaría políticamente resuelto por lo menos durante una generación. 

8.- Mi enfoque (resumido) sobre la cuestión nacional lo puedes leer aquí: http://lallibertatdelsantics.blogspot.com/2019/01/cinc-proposicions-sobre-marx-i-el-fet.html
Me encantaria discutir con alguien más formado que yo estas cinco proposiciones. Seguro que aprendo.

Dicho sea todo esto con el debido respeto a ti y a todos quienes ven la cosa como tu la ves. 
Ya lo sabes.
Un abrazo

Joan


ANEXO

Marx y Engels y la cuestión polaca.
(Borrador)

Joan Tafalla

Como he afirmado en otros lugares, el marxismo nació después de la muerte de Marx. Otros autores lo han afirmado y demostrado con mayor autoridad académica y erudita que yo. El marxismo nació revisando aspectos esenciales de la obra de Marx. Ello no es, de por si, ni malo ni bueno. Simplemente es natural y lógico. Entre los miembros de la generación que constituyó el marxismo podemos incluir a Federico Engels, a Karl Kautsky, a Eduard Berstein, a Filipo Turati o a Gergi Plejanov. Rosa Luxemburg, por razones de edad y de lugar de nacimiento ocupa un lugar posterior y un poco periférico en esa creación de una cultura que influyó de forma decisiva en el siglo XX. Sin embargo nadie negará que fue una discípula, eso sí crítica, de Kautky. Y lo fue  hasta la ruptura y a veces sin quererlo, después de la ruptura. Así nos encontramos ante una marxista de segunda generación, que se mueve entre la ortodoxia y la creación crítica en relación al pensamiento de Marx. Por ejemplo, en la cuestión de la acumulación.[1] También hizo un desarrollo propio en relación con la cuestión nacional. Sobretodo, pero no exclusivamente en la cuestión de Polonia, como veremos.  
            Es por ello que resulta de interés, antes de enfrentar un resumen y una valoración de la obra de Rosa hacer un breve repaso de los posicionamientos de Marx y Engels respecto a la cuestión de la independencia y reconstitución de Polonia. He optado por hacer un elenco de estos posicionamientos de carácter cronológico, seguido por un breve resumen de estos posicionamientos. 
El cinco de diciembre de 1847, Engels publicaba en el diario republicano francés  La Réforme una crónica de un mitin celebrado en Londres el día  29 de noviembre para celebrar el 17 aniversario de la revolución polaca de 1830. El título de la crónica era: En el aniversario de la revolución polaca de 1830.[2] Engels describe el ambiente del mitin diciendo: “… nunca antes experimenté tanto entusiasmo general, una concordia tan plena y cordial entre hombres de todas las naciones”. Hablaron el cartista Arnott, Así como Ernest Jones, director del periódico cartista Northern Star, quien “… fustigó la conducta de la aristocracia polaca en el alzamiento de 1830 y al mismo tiempo elogió los esfuerzos de Polonia por sacudirse el yugo de sus opresores, con palabras del más cálido reconocimiento”. La asamblea de la Sociedad Democrática de Bruselas[3] había delegado a Marx para hablar en dicho mitin. Engels resume la intervención de su amigo del siguiente tenor: “En un discurso en alemán, traducido por el señor Schapper, el señor Marx declaró que desde Inglaterra llegaría la señal para la liberación de Polonia. Dijo que Polonia sólo seria libre cuando las naciones civilizadas de Europa occidental hubiesen conquistado la democracia. Pero el más fuerte y numéricamente mayor de todos los movimientos democráticos de Europa es el de Inglaterra, el cual se extiende por todo el país. Precisamente es en Inglaterra donde más se ha desarrollado el antagonismo entre proletariado y burguesía; precisamente allí, la lucha decisiva entre estas dos clases de la sociedad se torna cada vez más inevitable. Por consiguiente, y según todas las probabilidades, será en Inglaterra donde comience la lucha que concluirá con el triunfo general de la democracia y que también quebrantará el yugo de Polonia. De ahí que del triunfo de los cartistas ingleses dependa el éxito de los demás demócratas de Europa, y de este modo Polonia será liberada por Inglaterra”. Por su parte, Engels: “… declaró de inmediato que Alemania tenía particularísimo interés en la liberación de Polonia, ya que los gobiernos alemanes habían impuesto su despotismo a una parte de Polonia. Dijo que el movimiento democrático alemán debía tomar como cuestión prioritaria la de poner fin a esa tiranía, que constituye un baldón para Alemania”.
Recordemos que este mitin publico tuvo lugar en los mismos días de que en su segundo congreso la Liga de los Comunistas, encargase a Marx i Engels la redacción del Manifiesto que será publicado dos meses más tarde.[4]Cuatro días después, el Deutsche-Brüsseler-Zeitung publicaba el resumen de los discursos de Marx y Engels en el mismo mitin de Londres.[5] Interesantes algunos pasos del discurso de Marx: “Por eso, el triunfo del proletariado sobre la burguesía es, al mismo tiempo, la señal para la liberación de todas las naciones oprimidas. Desde luego, la antigua Polonia está perdida, y seríamos los últimos en desear su restauración. Pero no sólo está perdida la antigua Polonia. (…) De todos los países, Inglaterra es aquel en el cual más desarrollada se encuentra la contradicción entre el proletariado y la burguesía. Por ello, el triunfo de los proletarios ingleses sobre la burguesía inglesa es decisivo para el triunfo de todos los oprimidos sobre sus opresores. De ahí que a Polonia no haya que liberarla en Polonia, sino en Inglaterra. Por eso vosotros, los cartistas, no debéis formular deseos irrealizables  por la liberación de las naciones. Batid a vuestros enemigos internos y podréis entonces estar orgullosamente conscientes de haber derrotado a la antigua sociedad”.
El discurso de Friedrich Engels introduce por primera vez la idea de que una nación que oprime a otra no puede ser libre como base para la una confraternización de los obreros de todos los pueblos: “(…) nosotros, los demócratas alemanes, tenemos especial interés en la liberación de Polonia. Han sido príncipes alemanes quienes obtuvieron ventajas de la división de Polonia, y son soldados alemanes quienes oprimen, aún hoy, Galitzia y Posnania. A nosotros, alemanes, y en especial, a nosotros demócratas alemanes, debe interesarnos limpiar esta mácula de nuestra nación. Una nación no puede llegar a ser libre y a la vez seguir oprimiendo a otras naciones. La liberación de Alemania no puede hacerse efectiva, pues, a menos que se haga efectiva la liberación de Polonia con respecto a la opresión de la misma por alemanes. Y por ello Polonia y Alemania tienen un interés en común, y los demócratas polacos y alemanes pueden trabajar mancomunados en la liberación de ambas naciones … La aristocracia ya no tiene el poder en Inglaterra, solamente domina la burguesía, que lleva a la rastra a la aristocracia. Pero frente a la burguesía se halla toda la gran masas del pueblo, unida en una terrible falange cuya victoria sobre los capitalistas dominantes se acerca cada vez más. Y esta destrucción de los intereses opuestos que anteriormente mantenían separadas a las diversas divisiones de los obreros, esta nivelación de las condiciones de vida de todos los trabajadores se los debéis a la maquinaria; sin maquinaria no hay cartismo y, aunque la maquinaria pueda empeorar vuestra situación momentánea, es precisamente gracias a ella que se posibilita vuestro triunfo… Esta nivelación de las condiciones de vida, esta identificación de los intereses partidarios de los obreros de todas las naciones es el resultado de la maquinaria, y por eso la maquinaria sigue siendo un descomunal progreso histórico. ¿Qué se desprende de eso para nosotros? Puesto que la situación de los obreros de todos los países es la misma, puesto que sus intereses son los mismos y los mismos son sus enemigos, también por ello deben combatir juntos, por ello deben oponer a la confraternización de los burgueses de todos los pueblos, una confraternización de los obreros de todos los pueblos”.
El día 22 de febrero de 1848, tan solo tres meses despuésy en los mismos días de la aparición de la primera edición alemana del Manifiesto, tanto Marx como Engels pronunciaron en Bruselas sendos discursos en un acto celebrado en recuerdo del segundo aniversario del levantamiento de Cracovia de 1846.[6] Interesa resaltar algunos pasos del discurso de Marx: “Nadie podrá negar que, en Polonia, el problema político está vinculado con un problema social. Desde siempre, uno y otro son inseparables. (…) Los hombres que se hallaban al frente del movimiento revolucionario en Cracovia estaban profundísimamente convencidos de que sólo una Polonia democrática podía  ser independiente, y de que una democracia polaca era imposible sin la abolición de los derechos feudales, sin un movimiento agrario (…) La revolución de Cracovia ha dado un ejemplo glorioso a toda Europa, porque identificó la causa de la nación con la causa de la democracia y de la liberación de la clase oprimida (…) Una vez más es Polonia la que ha emprendido la iniciativa, pero esta vez no la Polonia feudal, sino la Polonia democrática; y a partir de este momento, su liberación se ha convertido en una cuestión de honor para todos los demócratas de Europa”.[7]
En su intervención en dicho acto Engels analizaba la diferencia entre la insurrección de 1830 y la de 1846[8]. La primera, tuvo un carácter aristocrático, no democrático: “¡Comparen ustedes 1830 con 1846, comparen ustedes Varsovia con Cracovia! En 1830 la clase dominante de Polonia era tan egoísta, limitada y cobarde con la corporación legislativa, como dispuesta, entusiasta y valiente en el campo de batalla. (…) Digámoslo francamente: el levantamiento de 1830 no fue ni una revolución nacional (ya que excluyó a las tres cuartas partes de Polonia), ni una revolución social o política; en nada modificó la situación interna del pueblo; se trató de una revolución conservadora”. Engels narraba como en el seno de dicha revolución conservadora hubo un sector democrático, encabezado por Lelewel que : “… pretendía convertir la causa nacional en la causa de la libertad, quería identificar los intereses de todos los pueblos con los del pueblo polaco”. Pero la aristocracia rechazó los planteamientos de Lelewel y ello originó la derrota de 1830. En cambio, en 1846, en Cracovia: “… la gente ya no tenía mucho que perder. Allí no hubo aristócratas; allí, cada paso que se emprendía, llevaba el sello de esa audacia democrática – casi diría proletaria- que no tiene nada que perder salvo su miseria y, sí toda una patria, todo un mundo por ganar. No hubo allí vacilaciones ni reparos; se atacó al mismo tiempo a las tres potencias; se proclamó la libertad de los campesinos, la reforma agraria, la emancipación de los judíos, sin preocuparse siquiera por un instante si con ello podían lesionarse tales o cuales intereses aristocráticos.”
Engels explicaba como por mor de esa diferencia, la lucha de los polacos se Había  transformado en la lucha de todos los demócratas europeos: “ Si, señores míos, gracias al Levantamiento de Cracovia, la causa originalmente nacional de Polonia se ha convertido en la causa de todos los pueblos, la cuestión originaria de la simpatía se ha convertido en una cuestión que interesa a todos los demócratas. Hasta 1846 debíamos vengar un crimen; a partir de ahora debemos prestar apoyo a nuestros aliados, y obraremos en consecuencia… En consecuencia, la alianza de ambos países no es solamente, en modo alguno, un hermoso sueño, una seductora ilusión; no señores, es una necesidad inexcusable, que emana de los intereses comunes de ambas naciones y que se ha convertido en una necesidad en virtud de la revolución de Cracovia.”.
Como se sabe, tras la revolución de Paris de febrero de 1848, y tras las insurrecciones de marzo en Colonia, Viena y Berlín, Marx y Engels se trasladaron a Alemania con el fin de intervenir en la revolución alemana en curso. En Colonia fundaron la Neue Reinische Zeitung,[9] “órgano de la democracia”. El periódico, publicado entre el día 1 de  1848 y el 19 de mayo de 1849, resiguió, analizó y trató de interpretar todos los acontecimientos de la oleada de las revoluciones de esos años en Alemania y en los diversos países de Europa. Polonia, como no podía ser menos estuvo muy presente.  Veamos algunos de las opiniones vertidas por Engels al respecto. 
En un artículo publicado en el nº 9 de la NRZ, el 9 de junio de 1848 bajo el titulo El nuevo reparto de Polonia,[10] Engels describe aquello lo que denomina el séptimo reparto de Polonia como un nuevo “robo contra Polonia”: La lengua y la nacionalidad polacas solamente se reconocen en una estrecha faja a lo largo de la frontera rusa”. Esta faja está formada por los círculos …. quedando así convertidos todos estos lugares en territorio alemán. A pesar de que no cabe ni la menor duda de que incluso en estos “territorios alemanes” la mayoría de sus habitantes habla el polaco. (…) Después de robar a Polonia la ciudad y la fortaleza de Posen, situadas diez millas más adentro del territorio polaco, se afirma ahora, para poder disfrutar en paz de lo robado, el robo de una nueva zona de tres millas; (…)  Von Pfuel declara que considerará definitiva la nueva frontera tan pronto como el ministerio la haya ratificado. No habla ni de una asamblea de habitantes para apoyar el acuerdo ni de las asambleas nacionales alemanas, que tienen derecho a decir su palabra cuando se trata de fijar las fronteras de Alemania. Pero, aunque el ministerio y las partes que median en el acuerdo y la Asamblea de Francfort puedan ratificar la decisión del señor Von Pfuel, la línea de demarcación no sería “definitiva” mientras no la ratifiquen otras dos potencias, que son el pueblo alemán y el pueblo polaco”. [11]
Engels publica un nuevo artículo en el nº 70 de la NRZ, de 9 de agosto de 1848, bajo el título de El debate sobre Polonia en Frankfurt.[12] En él dirá:“… había que salvar el honor de Alemania o volver a envilecerlo. Y la Asamblea no defraudó, en efecto, nuestras esperanzas; sancionó los siete repartos de Polonia:[13] descargó a los príncipes alemanes de la ignominia de 1772, 1794 y 1815, pero para echarla sobre sus propios hombros. ¡Más aún! La Asamblea de Frankfurt ha declarado que los siete repartos de Polonia fueron, en realidad, otros tantos actos de generosidad dispensados a los polacos. ¿Acaso la irrupción por la fuerza de la raza judío-germánica en aquellas tierras no hizo que Polonia se elevase a un nivel de cultura y de ciencia con el que antes ni siquiera podía soñar aquel país? ¡Ofuscados y desagradecidos polacos! ¡Si ya no os hubiesen repartido antes, tendríais que implorar ahora de la Asamblea de Frankfurt la merced de ser repartidos! (…) Pero, atengámonos a las cifras del señor Stenzel, que bastan y sobran para apoyar nuestras conclusiones. Concedamos, para no entrar en más debates sobre el asunto, que vivieran en Posen 420.000 alemanes. ¿Qué clase de alemanes son éstos, cuya cifra, si sumamos a ellos los judíos, asciende a medio millón de individuos? (…)  Los pequeños burgueses alemanes establecidos en Polonia desde hace siglos nunca se han considerado políticamente parte de Alemania, lo mismo ocurre con los alemanes de Norteamérica, con la “colonia francesa” de Berlín o con los 15.000 franceses de Montevideo, con respecto a Francia. Han pasado a ser polacos, en la medida en que podían serlo en los tiempos descentralizados de los siglos XVII y XVIII, polacos de habla alemana, que habían renunciado totalmente desde hacía largo tiempo a toda conexión con su patria de origen”. 
El asunto de Polonia siguió interesando a Marx y Engels tras de la derrota de los movimientos revolucionarios de 1848. El día 23 de mayo de 1851, Engels escribió una carta a Marx.[14] La carta pertenece a una etapa en la que Engels se muestra pesimista tras la derrota de la revolución y en la que se maneja con conceptos  eurocéntricos y progresistas que le llevan a valorar positivamente la acción colonialista e imperialista rusa hacia los pueblos de Asia central: “En cambio, Rusia es realmente progresista en relación  al Oriente… Rusia ha absorbido muchos más elementos civilizadores, y sobre todo industriales, que los polacos, que los polacos cuya naturaleza entera es la del caballero ocioso… Polonia nunca ha sido capaz de asimilar elementos extranjeros. Los alemanes de la ciudades son y siguen siendo alemanes. Todo germano-ruso de la segunda generación es, en cambio, un ejemplo viviente de la facultad rusa de rusificar alemanes y judíos… Una cuarta parte de Polonia habla lituano, otra cuarta parte el ruteno y una cuarta parte semiruso, mientras que de la zona polaca propiamente dicha, una tercera parte está germanizada”. 
A consecuencia de este análisis de la composición lingüística y nacional de Polonia, tan solo al empezar la carta le dice a Marx: “…Cuanto más pienso sobre el asunto, tanto más claramente se me aparece que los polacos como nación están acabados y sólo pueden ser empleados como instrumentos hasta que la propia Rusia sea arrastrada a la revolución agraria. A partir de ese momento, Polonia no tendrá en absoluto razón de existir”. Consecuentemente con eso afirma que: “Afortunadamente, en Neue Rheinische Zeitung nunca contrajimos obligación positiva alguna para con los polacos, excepto la inevitable de su restauración con fronteras adecuadas; y aún esto sólo a condición de una revolución agraria. Estoy seguro que esta revolución se llevará a cabo antes en Rusia que en Polonia, debido al carácter nacional y a que los elementos burgueses están más desarrollados en Rusia”.
La conclusión de la carta no podía ser más contraria a las reivindicaciones nacionales polacas: “ Conclusión: quitar todo lo posible de la Polonia occidental, ocupar con alemanes sus fortalezas, especialmente Posen (Poznan), so pretexto de defensa, dejarlos que se hagan un lío, conducirlos al fuego, comerles su país alimentarlos de esperanzas acerca de Riga y de Odesa, y, si puede lograrse que se muevan los rusos, contraer con ellos una alianza y obligar a los polacos a irse… Una nación que a lo sumo puede poner en pié de guerra de veinte a treinta mil hombres, no cuenta. Y Polonia no puede ciertamente hacer mucho más que eso”. Ciertamente se trata de una carta sorprendentemente contradictoria con lo escrito en la NRZ durante los años 1848 y 49. Esta actitud negativa hacia la causa nacional polaca parece no haberse repetido ni en Marx ni en Engels en las décadas siguientes. 
Los días 16 y 30 de octubre de 1856 Marx escribió sendas cartas a Engels en las que le habla de un libro sobre la historia de Polonia de Ludwik Mieroslawski[15] que estaba estudiando en aquellos díasCriticando al autor, Marx afirma en la primera carta: “hay también mucho bálsamo bienoliente, con ayuda del cual las “naciones no reconocidas” ponen su pasado por las nubes: Odio a Rusia; todavía más a Alemania y al paneslavismo; a esto se opone la confederación libre de naciones eslavas con Polonia como pueblo Arquímedes. La revolución social en Polonia es enunciada como condición fundamental de la revolución política; pero mediante una deducción histórica  que prueba precisamente lo contrario, se trata de demostrar que la verdad reside en el restablecimiento de la vieja comunidad agraria (la gmina, comunidad rusa latinizada)”.[16] En su segunda carta Marx explica la evolución de la comunidad agraria polaca señalando que: “Esta marcha del desarrollo es interesante porque aquí se puede señalar la aparición de la servidumbre por vía puramente económica, sin el eslabón intermedio de la conquista y el dualismo nacional”. [17] El 2 de diciembre del mismo año, Marx vuelve a escribir a Engels a propósito de Polonia y del mismo libro. En ella afirma: “Por lo demás, lo que me ha inclinado decididamente a favor de los polacos, durante mis últimas investigaciones de su historia, es el hecho histórico que la fuerza y vitalidad de todas las revoluciones, a partir de 1789, se miden con bastante exactitud por su actitud hacia Polonia. Polonia es su termómetro “exterior”.[18]
Una nueva carta de Marx a Engels de 13 de febrero de 1863 se refiere a la insurrección polaca de liberación nacional que estalló por esas fechas. Marx la ve como el preludio de una nueva “era de las revoluciones”.[19] Hoy sabemos que esa nueva era revolucionaria no se produjo. Pero en este paso queda claro el rol que Marx concedía a Polonia en la geopolítica revolucionaria de la época. Cuatro días más tarde Marx volverá sobre la misma cuestión: “La historia polaca y la intervención prusiana significan realmente una combinación que nos obligará a hablar. Pero no en nombre propio, en parte  para no parecer que hacemos la competencia al estudioso Blind, en parte también para no cerrarnos el camino en Alemania, y para esto lo que más se presta es la sociedad obrera de esta ciudad. Es necesario lanzar inmediatamente un manifiesto en su nombre. Tu debes escribir la parte militar, id est, lo que se refiere al interés político militar de Alemania en el restablecimiento de Polonia. Yo escribiré la parte diplomática”.[20] Ambos se pusieron inmediatamente a la tarea. Reunieron una cantidad ingente de materiales históricos, que Marx organizó en diversos borradores, pero un ataque de hígado le impidió darle una forma definitiva y el manuscrito quedó  inédito hasta que fue publicado en 1961. Estaba organizado en dos partes: Polen Preussen und Russland Preussen ( Die Kanaillen). El 24 de marzo siguiente Marx escribiría a Engels: “Como ... la existencia de Polonia es necesaria para Alemania y es imposible al lado del estado prusiano, entonces este estado prusiano debe ser borrado de la faz de la tierra”.[21]
En este 1863 las esperanzas que ambos amigos depositan en la causa polaca parecen renacer. Ambos siguen la situación polaca con mucha atención. Piensan que de ella se puede desprender una nueva era revolucionaria. Para ellos Polonia es clave en la geo-política revolucionaria europea. El día 17 de febrero Engels contesta a Marx:” Los polacos son magníficos. Y si se mantienen hasta el 15 de marzo, toda Rusia se pondrá en movimiento. En un principio yo tenía un miedo terrible a que la cosa resultase mal. Pero ya ahora parece haber más posibilidades de victoria que de derrota…. Si las cosas en Polonia terminan mal, nos aguarda, evidentemente, unos años de dura reacción, pues entonces el Zar Ortodoxo se colocará de nuevo a la cabeza de una Santa Alianza en comparación con la cual Monsieur Bonaparte parecerá a los estúpidos crapaudsun gran liberal y defensor de las naciones”.[22] El día 24 de marzo Marx afirma en su carta: “Prusia como “Estado” ( creación muy distinta a Alemania) no puede existir sin la Rusia actual y junto a una Polonia independiente. La historia entera de Prusia lleva a esa conclusión, que hace ya muchísimo tiempo fue asimilada por todos los Hohenzollern (incluido Federico II).[23] El día 8 de abril Engels escribe a su amigo tomando nota de que: “La historia polaca está tomando un mal cariz.” Destaca que la derrota empieza a dejarse sentir y que el movimiento se está trasladando hacia Lituania i Curlandia lo que le confiere un carácter campesino.[24] Más adelante en el mes de junio, Engels describe la situación militar en Polonia del siguiente tenor: “ Los asuntos de Polonia parece que no van ya tan bien últimamente. El movimiento en Lituania y la pequeña Rusia se desarrolla con clara debilidad, y en la propia Polonia los insurrectos parece que no han conseguido éxitos. Todos los jefes mueren o caen prisioneros y los fusilan; esto demuestra a lo que se ve, que deben ir muy por delante para arrastrar a su gente. Cualitativamente, los insurrectos no son ya lo mismo que en marzo y abril: han perdido a los mejores hombres. Por lo demás, resulta difícil anticipar nada de estos polacos, y la cosa puede tomar aún un giro favorable, aunque las probabilidades son menos ahora. Si se mantienen cierto tiempo todavía, aún podrán incorporarse al movimiento general europeo, que los salvaría. Pero si los asuntos marchan mal, Polonia quedará fuera de combate durante diez años: una insurrección como ésta agota la capacidad de lucha para largos años”.[25]
Como es sabido, la insurrección polaca de 1863 y los debates que suscitó en movimiento obrero y en la democracia revolucionaria europea estuvieron en el origen de la creación de la Asociación Internacional de Trabajadores en 1864. Así lo refleja la carta que Marx escribe a Engels el 4 de noviembre de 1864, donde describe la “cocina” previa a la creación de la AIT.[26] El asunto estuvo presente durante toda la vida de la AIT, así como en las preocupaciones de Marx y Engels hasta su muerte. En agosto de 1866, Marx escribió sus Instrucciones sobre diversos problemas a los delegados del Consejo Central Provisional.[27] En su apartado 9 se trataba de la cuestión de Polonia. Se trata de un guión breve y conciso: “… (a) ¿Por qué los obreros europeos plantean esta cuestión? En primer término, porque existe una conspiración de silencio entre los agitadores y los escritores burgueses, aunque patrocinen a todas las nacionalidades del continente e incluso de Irlanda. ¿Cuál es la causa de este silencio? Pues, eso ocurre porque, tanto los aristócratas, como los burgueses ven en esta oscura potencia asiática, que se halla detrás de los bastidores, el último baluarte frente a la ascendiente ola del movimiento obrero. Esta potencia sólo puede ser destruida efectivamente a través de la restauración de Polonia sobre una base democrática. (b) dados los recientes cambios ocurridos en Europa Central y, en particular, en Alemania, es necesaria más que nunca la existencia de una Polonia democrática. Sin ella, Alemania se convertirá en avanzadilla de la Santa Alianza, mientras que con ella, cooperará con la Francia republicana. El movimiento de la clase obrera se verá continuamente interrumpido, trabado y retardado mientras no se haya resuelto esta importante cuestión europea. ( c )  Es un deber especial de la clase obrera de Alemania el tomar la iniciativa en esta cuestión, puesto que Alemania es uno de los participantes en los repartos de Polonia”.
En esos años, el crecimiento del capitalismo y la industrialización habían producido sus primeros frutos en Polonia: la aparición del proletariado industrial. El día 18 de agosto de 1869, Marx escribe a Engels: “ En Poznania, según comunica Zabicki, los obreros POLACOS (carpinteros, etc.) han terminado victoriosamente la huelga gracias a la ayuda de sus camaradas de Berlín. Esta lucha contra el señor capital –hasta en su forma inferior, la forma de la huelga- pondrá fin a los prejuicios nacionales, de manera totalmente distinta a como lo hagan las declaraciones de paz de los señores burgueses.”[28]
El día 24 de marzo de 1870, Marx escribe el llamamiento: El Consejo General de la Asociación Internacional de los trabajadores a los miembros del Comité de la sección rusa en Ginebra. En él les comunica su admisión en “el seno de la Internacional”. A continuación afirma: “ En su programa, ustedes dicen: “ … que el yugo imperial, que oprime a Polonia es un freno para la libertad política, al igual que social, de ambos pueblos del ruso y el polaco”. Ustedes podrían añadir que la ocupación violenta de Polonia por Rusia es un puntal pernicioso y auténtica causa de la existencia del régimen militar en Alemania y, por tanto, en todo el continente. Por eso, al trabajar por romper las cadenas de Polonia, los socialistas rusos se plantean la generosa meta de destruir el régimen militar, condición esencialmente necesaria para la liberación general del proletariado europeo”.[29]
El 7 de febrero de 1882, Engels envió una carta a Kautsky donde trataba de la cuestión Polonia. En ella le dice:  “Los socialistas polacos que no ponen la liberación de su país a la cabeza de su programa me parecen a mí como los socialistas alemanes que no exigen ante todo la derogación de la ley socialista, la libertad de prensa, de asociación y de asamblea [...] No importa si una reconstitución de Polonia es posible antes de la próxima revolución. En ningún caso tenemos la tarea de apartar a los polacos de sus esfuerzos de luchar por las condiciones vitales de su desarrollo futuro, o persuadirlos de que la independencia nacional es cuestión muy secundaria desde el punto de vista internacional. Por el contrario, la independencia es la base de toda acción internacional común [...] Nosotros en particular no tenemos ninguna razón para bloquear su irrefutable esfuerzo por la independencia. En primer lugar, han inventado y aplicado en 1863 el método de lucha [...]; y en segundo lugar fueron los únicos lugartenientes capaces y leales de la Comuna de París.”[30]
El de 24 de octubre de 1891 Engels escribe una larga carta a Bebel. En el apartado en el que habla de la política internacional de los socialistas afirma: “… tenemos la certidumbre  casi absoluta de llegar al poder dentro de los próximos diez años: no podríamos tomar ni retener el poder sin indemnizar a otras nacionalidades por los crímenes cometidos por nuestros predecesores, y por ello sin 1) facilitar la reconstitución de Polonia y 2) poner a la población del norte de Schleswig y a la de Alsacia-Lorena en condiciones de decidir libremente a quien debe pertenecer”.[31]
La última referencia a Polonia que encontramos en Engels la encontramos en el Prólogo a la edición polaca de 1892 del Manifiesto del Partido comunista.[32] Un texto que, sin duda fue leído atentamente por Rosa Luxemburgo.[33] El Manifiesto había tenido una primera edición polaca en 1882, mencionada por Engels en este prólogo, precisamente para tomar nota del desarrollo industrial de la Polonia del Congreso entre 1882 y 1892: “La Polonia rusa, la Polonia del Congreso, se ha convertido en el gran distrito industrial del Imperio Ruso. Mientras que la gran industria rusa se halla esporádicamente dispersa – una parte en el Golfo de Finlandia, otra en el centro (Moscú y Vladimir), una parte tercera en los mares Negro y de Azov y otras diseminadas en otras partes-, la gran industria polaca se halla comprimida en un espacio relativamente pequeño y goza de las ventajas y desventajas que surgen de esta concentración. Los fabricantes rusos competidores reconocieron dichas ventajas cuando exigieron aranceles protectores contra Polonia, a pesar de su ardiente deseo de convertir a los polacos en rusos… La rápida evolución de la industria polaca, que ha sobrepujado a la industria rusa, es, no obstante y por su parte, una nueva prueba de la indestructible fuerza vital del pueblo polaco y una nueva garantía de su inminente restauración nacional. Pero la restauración de una Polonia fuerte e independiente es una cuestión que no sólo atañe a los polacos, sino a todos nosotros. Una sincera colaboración internacional de las naciones europeas sólo es posible si cada una de esas naciones es totalmente autónoma dentro de su propia casa. La revolución de 1848 que, bajo la bandera proletaria sólo hizo que, en definitiva, los luchadores proletarios efectuaran el trabajo de la burguesía, también impuso, a través de sus albaceas testamentarios Luis Bonaparte y Bismarck, la independencia de Italia, Alemania y Hungría; pero a Polonia, que desde 1792 hizo más por la revolución que esas tres naciones juntas, se la dejó librada a su suerte cuando sucumbió, en 1863, a la decuplicada supremacía rusa. La nobleza no ha podido mantener ni reconquistar la independencia de Polonia; a la burguesía, la misma le resulta actualmente indiferente, cuando menos. Y sin embargo constituye una necesidad para la colaboración armónica de las naciones europeas. Sólo puede conquistarla el joven proletariado polaco, y en esas manos se halla a buen recaudo. Pues los obreros de todo el resto de Europa necesitan la independencia de Polonia tanto como los propios obreros polacos”.
Este Prólogo constituye una radical revisión crítica de la carta que su mismo autor escribiera a Marx el 23 de mayo de 1851.[34] Sólo podemos conjeturar sobre si Engels recordaba en 1892 haber escrito aquellas líneas 39 años antes. Lo que si podemos constatar es que cuando escribía el Prólogo polaco de 1892, estaba aplicando al pie de la letra el criterio emitido en el Manifiesto Comunista: “Puesto que el proletariado aún debe conquistar, en primer término, la hegemonía política, elevarse a clase nacional, constituirse a sí mismo en cuanto nación, aún es nacional, aunque en modo alguno en el sentido de la burguesía.”[35]
Este breve repaso sobre las posiciones de Marx y Engels sobre Polonia se ha hecho en condiciones un poco precarias. He usado las ediciones disponibles ( tanto en español como en francés) de los textos publicados por ambos en la Nueva Gaceta Renana en los años 1848 y 1849, así como dos ediciones resumidas de la correspondencia de ambos. Una revisión más sistemática de la edición completa de la correspondencia, seguramente introduciría datos y matices de importancia. En estos momentos es una tarea fuera del alcance del autor y por supuesto de los límites de este artículo. Sin embargo, los textos aportados me parecen una muestra suficiente para poder concluir algunas cosas sobre las posiciones de Marx y Engels al respecto de Polonia y, un poco más allá, sobre la posición o, mejor, sus posiciones sobre lo que genéricamente se llama “cuestión nacional”. Intentemos un breve resumen:

1.     Entre los años 1847- 1892 Marx y Engels defendieron de manera consecuente la idea de la reconstrucción de Polonia. Solo en la carta de Engels a Marx de 23 de mayo de 1851, se percibe un pesimismo sobre la viabilidad de Polonia como nación. 
2.     A lo largo de los textos examinados podemos percibir que esta posición constante está determinada por las necesidades geo-estratégicas de la revolución Europea, pensada primero como democrática (1845-1850) y luego como proletaria (1850-1892) que ambos tratan de impulsar en toda Europa. Polonia, reconstituida como estado debía actuar como un estado tapón entre la revolución europeo-occidental, y la autocracia zarista, que encabezaba la Santa Alianza.
3.     Esta defensa del derecho de Polonia a reconstituirse como estado se condiciona en diversas ocasiones a una “revolución agraria”, es decir a la superación revolucionaria del feudalismo., y al establecimiento  de una república democrática. Es decir, ninguno de los dos amigos apoyó nunca la reconstrucción del estado feudal anterior a la partición de la Polonia aristocrática. 
4.     Asimismo, ambos fueron críticos intransigentes de la incapacidad de la aristocracia polaca para encabezar la lucha de liberación nacional de su pueblo. 
5.     Por razones de carácter geo-estratégico, esta defensa constante e intransigente del derecho de Polonia a construir un estado nacional no se aplica a aquellos que Engels llamará “pueblos sin historia”. Se trata de los pueblos eslavos que permanecían sujetos a los imperios austro-húngaro y al imperio otomano. Marx y Engels pensaban que estos pueblos eran utilizados por el zarismo como instrumentos contra la democracia y el movimiento obrero.[36]  Como señala Georges Haupt, este legado de Marx y Engels sobre los pueblos sin historia fue uno de los elementos de la herencia de Marx y Engels que la socialdemocracia tuvo la necesidad de revisar a finales del siglo XIX y principios de siglo XX. Karl Kautsky, Otto Bauer y Victor Adler jugaron un rol importante en ese sentido.[37]
6.     Finalmente es preciso subrayar la recurrencia del principio normativo: “El pueblo que oprime otro pueblo forja sus  propias cadenas”, que Marx enunciara en 1870 en relación a Irlanda,[38] aplicado al caso de Polonia en todos los escritos de ambos autores dedicados a Polonia entre 1847 y 1892, con la única excepción de la carta de Engels a Marx de 23 de mayo de 1851.[39]


[1] Rosa Kuxemburg, La acumulación del capital (2 vols.), Barcelona, Orbis, 1985. 
[2] F. Engels, En el aniversario de la revolución polaca de 1830, OME, nº 9, pp. 58- 60. Texto original en francés.
[3] Nota de OME 9: “Fundada en el otoño de 1847 y compuesta por obreros revolucionarios, especialmente exiliados alemanes. Marx y Engels participaron activamente en su fundación”.
[4] David Riazanof, Marx y Engels, Buenos Aires, Editorial Claridad, biblioteca de Cultura Socialista, primera edición, 1933, segunda edición 1962, pp. 63-71.
[5] Karl Marx/ Friedrich Engels, Discursos sobre Polonia, Pronunciados en el mitin internacional celebrado en Londres, el 29 de noviembre de 1847, en ocasión del 17º aniversario del alzamiento polaco de 1830, Deutsche-Brüsseler-Zeitung, nº 98 del 9 de diciembre de 1847, in OME 9, ob. cit., pp. 61-63.
[6] Nota editorial de OME 9: “En febrero de 1846 se preparó en Polonia una insurrección que tenía como meta la emancipación nacional del país. Los principales iniciadores de ella eran demócratas revolucionarios polacos (Dembowski y otros). Al ser traicionado el movimiento por la Dieta y detenidos los dirigentes de la insurrección por la policía prusiana, el movimiento quedó desperdigado y sólo se produjeron levantamientos revolucionarios aislados. Solamente en Cracovia, que desde 1815 se veía sometida al control común de Austria, Rusia y Prusia, lograron los insurgentes obtener la victoria el 22 de febrero, creando un gobierno provisional, que lanzó un manifiesto sobre la abolición de las cargas feudales. Pero la insurrección de Cracovia fue aplastada a comienzos de marzo de 1846 por las tropas de Austria, Prusia y Rusia. En noviembre de 1846 suscribieron estos Estados el tratado sobre la incorporación de Cracovia al Imperio austriaco, quebrantando con ello los tratados vieneses de 1815, en que se garantizaba el Estado libre de Cracovia”. 
[7] K. Marx, Discurso pronunciado en la celebración recordatoria en Bruselas, celebrada el 22 febrero 1848 en ocasión del segundo aniversario del levantamiento de Cracovia de 1846, in OME 9, ob. cit., pp. 199-63- 203.
[8] Federico Engels, Discurso pronunciado en la celebración recordatoria en Bruselas, celebrada el 22 febrero 1848 en ocasión del segundo aniversario del levantamiento de Cracovia de 1846, in OME 9, ob. cit., pp. 203-206.
[9] A partir de aquí, NRZ.
[10] Friedrich Engels, Nueva partición de Polonia, nº 9 del 9 de junio de 1848, in OME 9, ob. cit., pp. 277-278.
[11] Subrayemos la innegable alusión al derecho democrático de los pueblos a decidir a qué estado desean pertenecer.
[12] Friedrich Engels, Le débat sur la Pologne à Frankfurtnº 70 del 9 de agosto de 1848, in Marx- Engels La Nouvelle Gazette Rhénane, Paris, Les Éditions Sociales, 1972, pp. 389-398.
[13] Siete repartos de Poloniase hace referencia aquí a las tres divisiones polacas de los años 1772, 1792-1793 y, a la creación del Gran Ducado de Varsovia por Napoleón en 1807 y a los Acuerdos del Congreso de Viena en 1794-1795, así como también a la anexión de la parte más importante del Gran Ducado de Posen por parte de Prusia en 1848, sancionada en cuatro etapas por la Dieta Federal y la Asamblea Nacional de Frankfurt. 
[14] De Engels a Marx, Manchester, 23 de mayo de 1851, in Carlos Marx y Federico Engels, Correspondencia, Buenos Aires, Editorial Cartago, 1973, pp. 39-40. 
[15] Difícil saber de qué libro de Mieroslawsky se trata. Los editores del libro V.I. Lenin, Acotaciones a la correspondencia entre Marx y Engels, 1844-1883, ob. cit., señalan en su nota 34 que se trata de Ludwik Mieroslawski,  De la nationalité polonaise dans l’équilibre européen, Paris, 1856. Por su parte, Maximilien Rubel afirma que se trata de Histoire de la commune polonaise dès Xe au XVIIIe siècle, in  Karl Marx, Saggio di biografia intelletuale. Prolegomeni per una sociologia etica, Milano, Colibrì Edizioni, 2001, p. 470.
[16] Lenin anota al margen de esta carta: “Polonia, “nación no reconocida”- glorificación de su pasado. Es absurdo esperar nada de la comunidad”. Como es sabido, Marx revisará su visión sobre las posibilidades de la revolución en Rusia y sobre el rol que podía ejercer la comunidad campesina en dicha revolución. Véase el libro de Theodor Shanin (Edición y presentación), El Marx Tardío, Marx y la periferia del capitalismo, Madrid, Editorial Revolución, 1990.
[17] V.I. Lenin, Acotaciones a la correspondencia entre Marx y Engels, 1844-1883, Montevideo-Barcelona, Coedición Ediciones Pueblos Unidas-Ediciones Grijalbo, 1976, pp. 44-45. 
[18] V.I. Lenin, Acotaciones a la correspondencia entre Marx y Engels, 1844-1883, ob. cit. p. 45.
[19] V.I. Lenin, Acotaciones a la correspondencia entre Marx y Engels, 1844-1883, ob. cit. p. 319.
[20] V.I. Lenin, Acotaciones a la correspondencia entre Marx y Engels, 1844-1883, ob. cit. p. 320. Por su parte Correspondencia, ob.cit., ofrece un extracto aún más corto. pp. 127-128.
[21] Maximilien Rubel, Karl Marx, Saggio di biografia intellettuale. Prolegomeni per una sociologia etica, ob.cit. p. 491.
[22] V.I. Lenin, Acotaciones a la correspondencia entre Marx y Engels, 1844-1883, ob. cit. p. 321.
[23] Loc. cit., p. 322.
[24] Loc. Cit. , pp. 322-323.
[25] Loc. Cit. , pp. 326-327. También en Correspondencia, ob.cit. pp. 129-130.
[26] Loc. cit. pp. 340-346. 
[27] Carlos Marx, “Instrucciones sobre diversos problemas a los delegados del Congreso Internacional de la AIT”, celebrado en La Haya, 1872, in Obras escogidas en tres tomos, Moscú, tomo II, Editorial Progreso, 1976, p. 85
[28] V.I. Lenin, Acotaciones a la correspondencia entre Marx y Engels, 1844-1883, ob. cit. p. 116. Cursiva y mayúsculas de Marx.  En la nota 133 de este libro dicen los editores: “La comunicación de Zsabicki sobre la huelga de los obreros polacos de las fábricas de muebles y de ladrillos de Poznania, en 1869 fue hecha en la reunión del Consejo General del 17 de agosto de este año, a la que asistió Marx. Zsabicki manifestó que “los obreros de la construcción de Poznania (polacos) habían ganado su primera huelga; les habían ayudado los obreros de Berlín”. En la nota siguiente, los editores del libro señalan: “El texto subrayado de la carta de Marx del 18 de agosto de 1869 lo citó Lenin en su artículo Sobre el derecho de las naciones a la autodeterminación”. Fragmento reproducido también en Correspondencia, ob.cit., p. 220.      
[29] Carlos Marx, El Consejo General de la Asociación Internacional de los trabajadores a los miembros del Comité de la sección rusa en Ginebrain Obras escogidas en tres tomos, Moscú, tomo II, Editorial Progreso, 1976, p. 183.
[31] Correspondencia, ob.cit. p. 392
[32] Friedrich Engels, Prólogo a la edición polaca de 1892 del Manifiesto del Partido comunista, OME 9, 1847-1848, pp. 387-388.
[33] Véase infra, el comentario sobre la tesis doctoral de Luxemburgo, El desarrollo industrial de Polonia.
[34] Véase supra.
[35] Carlos Marx y el Friedrich Engels, capítulo segundo del Manifiesto del Partido Comunista, OME 9, p. 154. Engels, en 1888 substituyó la expresión “elevarse a clase nacional” por la expresión “elevarse a clase dirigente de la nación”.
[36] He escrito sobre la cuestión de los pueblos sin historia, en la ponencia que presenté el pasado 19 de diciembre de 2018 con motivo de un acto organizado por la Fundació l’ Alternativa de EUiA con motivo del Centenario de Marx, en bajo el título Cinc proposicions sobre Marx i el fet nacional. publicado en: 
[37] Georges Haupt, Rosa Luxemburg y la cuestión nacional, in Materiales, crítica de la cultura, Extraordinario nº 3, Barcelona, 1977.
[38] Karl Marx, Extracto de una comunicación confidencial, 28 de marzo de 1870, C. Marx y F. Engels, Obras escogidas en tres tomos, Moscú, Editorial progreso, 1976, tomo II, p. 187.
[39] Véase supra.


[1] Antonio Gramsci, Quaderni del Carcere, nº 16 (XXII), 2, Questioni di metodo, Edizione Critica dell’Istituto Gramsci a cura di Valentino Gerratana, Torino, Einaudi Editore, 1975, p. 1841-42.

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